André Chénier

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    Información biográfica

  1. A Versalles (Trad. de Miguel Antonio Caro)
  2. La joven cautiva (Trad. de Miguel Antonio Caro)


Información biográfica
    Nombre: André Chénier
    Lugar y fecha nacimiento: Estambul, Turquía, 30 de octubre de 1762
    Lugar y fecha defunción: París, Francia, 25 de julio​ de 1794 (31 años)
    Nacionalidad: Francesa
    Ocupación: Escritor, poeta
    Movimiento: Neoclasicismo, Romanticismo
Nacido en Gálata (Estambul); con tres años regresó a Francia. Murió ejecutado durante el periodo del Terror de la Revolución francesa acusado de "crímenes contra el Estado". Su poesía sensual y emotiva le convirtió en uno de los precursores del Romanticismo.

Fuente: [André Chénier] en Wikipedia.org

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    A Versalles
      (Traducción de Miguel Antonio Caro incluida en el libro Traducciones poéticas, 1889)

      ¡Oh pórticos! ¡Oh mármoles vivientes!
      ¡Oh bosques de Versalles!
      ¡Sitios más deleitosos y rientes
      Que los Elíseos valles!

      Los dioses y los reyes a porfía,
      Recinto almo y sereno,
      Tesoros de hermosura y lozanía
      Vertieron en tu seno.

      Frescura, al verte, y suavidad recibe
      El pensamiento mío,
      Y como hierba lánguida revive
      A quien bañó el rocío.

      No anhelo de París la varia escena:
      Quiero ver a mis Lares
      Bajo tu sombra reposar amena
      En rústicos hogares,

      De donde al campo, yo, circunvecino
      Llevar tranquilo pueda
      Los pasos, estrechándome el camino
      Tresdoblada alameda.

      ¿Dónde están de ciudad armipotente
      Las regias maravillas...?
      Regalas tú con aromado ambiente,
      Con trofeos no brillas.

      El apacible sueño, el manso olvido,
      El estudio y el arte,
      Castas divinidades, han venido
      Por suyo a consagrarte.

      ¡Ay! Ociosa indolencia me devora,
      Y cosechar no intento
      El fruto sazonado que elabora
      Activo entendimiento.

      Consumido de tedio me abandono;
      Ni gárrula alabanza,
      Ni públicos favores ambiciono;
      Ha muerto la esperanza.

      Y sólo ya la sombra taciturna
      Dulce parece a un alma
      Desengañada; la quietud nocturna,
      La solitaria calma.

      Si es vivir mi destino, en paz profunda
      Calladamente viva;
      Cebe amor de mi antorcha moribunda
      La llama fugitiva.

      Amo, ¡oh placer! Y tú, rincón florido,
      Aquella imagen pura
      Conoces; aquel nombre tú has oído
      De inefable dulzura,

      Que a tu silencio tímido confío
      Cuando de tarde vengo,
      Y en pensar que la he visto me extasío
      O que de verla tengo.

      Si por ella mi labio amor suspira,
      Tus umbríos boscajes
      En ecos dignos de celeste lira
      La ofrendan homenajes.

      Por ella la onda sacra de armonías
      Que tierra y cielo inunda,
      Hoy de mis labios como en otros días
      Torna a correr fecunda.

      ¡Oh! Si el que ama el honor y la justicia,
      Cuando el malvado impera
      De olvidar y vivir a la delicia
      El pecho abrir pudiera,

      Tu silencio, Versalles, tus risueños
      Asilos de verdura,
      Nido fueran de cándidos ensueños
      Y de perenne holgura.

      Mas tus alegres ámbitos, el verde
      Césped, la fresca gruta,
      Todo sus galas ¡ay! súbito pierde
      Y a mis ojos se enluta;

      ¡Y de un pueblo inocente, acuchillado
      Por tribunal sangriento,
      Pasar veo delante el no vengado
      Espectro macilento!
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    La joven cautiva
      (Traducción de Miguel Antonio Caro incluida en el libro Traducciones poéticas, 1889)

      Se alza la espiga naciente
      Y hoz no la toca impaciente,
      Y el pámpano en la ladera
      La estación disfruta entera
      Que el cielo le concedió.
      También soy bella, estoy joven;
      No es tiempo de que me roben
      La vida; y aunque mis ojos
      Sólo ven ruinas y abrojos,
      Aún no quiero morir yo.

      Arrostre el estoico fuerte
      Con faz enjuta la muerte:

      Yo, mujer, lloro y espero;
      Si vendaval sopla fiero,
      Me encojo, y cubro mi sien.
      Si horas hay de amargo llanto,
      Otras son tan dulces, ¡tanto!
      ¿Qué bien no tuvo sus penas?
      Ondas que duermen serenas
      Guardan borrascas también.

      Breve trecho andado queda
      De esta frondosa arboleda
      Del camino de mi vida;
      ¡Tan distante la salida
      Que aún no se descubre allá!
      Al festín en este instante
      Sentada, el labio anhelante.
      Entre la festiva tropa,
      Apenas llegué a la copa
      Que en mis manos llena está.

      Hoy luce mi primavera;
      Cual astro que su carrera
      Consuma, y llega a su ocaso,
      Quiero gozar, paso a paso.
      De todo lo por venir.
      Hoy es mi primer mañana;
      Yo flor esbelta y lozana,
      De que el jardín hace alarde,
      Ver de mi vida la tarde
      Quiero, y entonces morir.

      Así se queja y suspira
      Cautiva joven que mira
      El amago de la muerte,
      Y mientras llora su suerte,
      Torna mi lira a soñar.
      Cautivo, postrado, mudo,
      El desaliento sacudo,
      Y vierto en medido canto
      Aquel candoroso llanto,
      Aquel dulce lamentar.
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