Beatriz de Día

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    Información biográfica

  1. Ahora deberé cantar de lo que no querría (Trad.)
  2. De alegría y juventud me sacio (Trad.)
  3. He estado muy angustiada (Trad.)
  4. La alegría cortés me da felicidad (Trad.)


Información biográfica
    Nombre: Beatriz de Día
    Lugar y fecha nacimiento: Fin Siglo XII, Drome, Francia
    Lugar y fecha defunción: Mediados del Siglo XIII, Francia
    Ocupación: Poeta, música, trovadora
    Movimiento: Edad media, amor cortés
Fue una de las poetas aristócratas de la época, que amenizaban la vida en las cortes de Francia, Italia y Cataluña, componiendo música y poesía hablando del "Amor cortés".

Beatriz de Dia nació en torno al 1140. Algunas fuentes la indican como la hija del Conde Isoardo II de Día, mientras que otras consideran que nació en el seno del delfinado de Viennois, siendo hija así de Guiges IV. Si esta segunda teoría es cierta, el título de Condesa de Dia lo habría adoptado tras casarse con Guillermo I de Poitiers, que tenía posesiones en dicho condado.

Beatriz de Día es más conocida como la Condesa de Día y, aunque las fuentes son escasas, podemos llegar a su vida a través de una vita: "La Condesa de Día fue mujer de Guillermo de Poitiers, una señora bella y buena. Y se enamoró de Rimbaud de Orange, e hizo sobre él muchas bellas canciones".

A partir de este texto, se ha concluido que fue una trovadora casada con Guillermo de Poitiers pero muy enamorada del trovador Rimbaud de Orange.

De su obra sólo se conservan cuantros composiciones líricas y una tensión (dialogo amoroso en verso). Sus manuscritos, poemas y canciones circularon por toda Francia y norte de Italia, por lo que se presupone que fue una trovadora muy famosa y conocida en su tiempo.

Fuente: [Beatriz de Día] en Wikipedia.org

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    Ahora deberé cantar de lo que no querría
      (Trad.)

      Ahora deberé cantar de lo que no querría,
      Tanto me lamento del que no soy amiga,
      Pues le amo más que a cualquier cosa en el mundo
      Pero no valen ante él ni la piedad ni la cortesía
      Ni mi belleza ni mi valor ni mi juicio,
      Porque soy engañada y traicionada
      Como sucedería si fuera poco agraciada.
      Me conforto pensando que jamás y de ningún modo
      Cometería equívoco hacia vos, amigo,
      Sino que os amo más de lo que Segui amó a Valensa,
      Y me agrada venceros en amor,
      Amigo mío, porque sois el mejor;
      Sois orgulloso conmigo en las palabras y en los modos,
      Mientras que os mostráis amables con todos.
      Me sorprende como hacia mí vuestro corazón se muestra duro,
      Amigo, por lo que tengo razón para dolerme;
      No es justo en absoluto que otro amor os aparte de mí,
      Sea lo que sea lo que os diga o conceda;
      ¡Y recordad cuál fue el inicio de nuestro amor!
      El Señor Dios no quiera
      Que sea mía la culpa de la separación.
      La noble virtud que habita en vuestro corazón
      Y el alto valor que poseéis me intimidan,
      Pues no conozco dama cercana o lejana,
      Que, dispuesta a amar, no sea atraída por vos.
      Pero vos, amigo, tenéis tanto juicio
      Que bien debéis conocer la más perfecta;
      Y acordaos de vuestro pacto.
      Deben ayudarme mérito y nobleza
      Y la belleza y aún más la sinceridad de ánimo,
      Por ello os mando allá donde moráis
      Esta canción, que sea mi mensajera;
      Y quiero saber, mi gentil y bello amigo,
      Por qué sois tan altanero y cruel conmigo:
      No sé si por orgullo o mal talante.
      Más aún quiero que os diga el mensajero:
      Por demasiado orgullo mucha gente ha sufrido gran daño.
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    De alegría y juventud me sacio
      (Trad.)

      De alegría y juventud me sacio
      Y alegría y juventud me sacian
      Porque mi amigo es el más alegre,
      Por lo que yo soy graciosa y alegre;
      Y ya con él soy sincera,
      Bien pretendo que conmigo sea sincero,
      Que nunca de amarlo me abstengo,
      Ni corazón para hacerlo.
      Mucho me place, desde que sé que es el
      Más valiente
      Aquel que más deseo que me posea,
      Y ruego a Dios que le dé felicidad
      A aquel que primero lo trajo hacia mí;
      Y no crea a ninguno de los que
      Le censuran
      Salvo a quien le advierte
      Que se recibe a medida
      De lo que se ha hecho.
      Una dama que mire el buen valor,
      Bien debe poner su intención
      En un caballero valiente y cortés
      Desde que conoce su valor;
      Y que ose amarle abiertamente:
      Porque de una dama que ama sin
      Esconderse los valerosos y los valientes
      No dirán más que bien.
      Yo he escogido un hombre valioso y cortés
      Cuyo valor mejora y aumenta,
      Generoso, recto y prudente, que tiene juicio y sensatez.
      Le ruego que me crea,
      Y que nadie pueda hacerle creer
      Que yo he cometido jamás falta hacia él;
      Y no encuentro en él ningún defecto.
      Amigo, vuestro valor
      Los valientes y los valerosos conocen,
      Por eso yo os suplico darme,
      Si os agrada, vuestra protección.
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    He estado muy angustiada
      (Trad.)

      He estado muy angustiada
      Por un caballero que he tenido
      Y quiero que por siempre sea sabido
      Cómo le he amado sin medida;
      Ahora comprendo que yo me he engañado,
      Porque no le he dado mi amor,
      Por eso he vivido en el error
      Tanto en el lecho como vestida.

      Cómo querría una tarde tener
      A mi caballero, desnudo, entre los brazos,
      Y que él se considerase feliz
      Con que sólo le hiciese de almohada;
      Lo que me deja más encantada
      Que Floris de Blancaflor:
      Yo le dono mi corazón y mi amor,
      Mi razón, mis ojos y mi vida.

      Bello amigo, amable y bueno
      ¿Cuándo os tendré en mi poder?
      ¡Podría yacer a vuestro lado un atardecer
      Y podría daros un beso apasionado!
      Sabed que tendría gran deseo
      De teneros en lugar del marido,
      Con la condición de que me concedierais
      Hacer todo lo que yo quisiera.
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    La alegría cortés me da felicidad
      (Trad.)

      La alegría cortés me da felicidad,
      Por ella canto más gozosamente
      Y no me produce pesar
      Ni me cusa ninguna preocupación
      Saber que quieren mi mal
      Los falsos y los envidiosos,
      Y sus palabras malévolas no me atemorizan:
      Al contrario, soy dos veces más dichosa.
      No tienen de mí atención alguna
      Los envidiosos maledicientes,
      Porque ninguno que esté de acuerdo con ellos
      Puede ser honrado;
      Ellos se parecen
      A la nube que se expande,
      Por la que el sol pierde sus rayos;
      Yo no amo a la gente villana.
      Y vosotros, celosos maledicientes, no creáis que yo estoy dudosa,
      O que la alegría y la juventud me desagradan,
      Por el hecho de que el alma os debilite.
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