Paul Verlaine

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    Información biográfica

  1. Aria de antaño
  2. Canción de otoño
  3. El hogar
  4. En el balcón
  5. Green (Trad. de Víctor Manuel Londoño)
  6. Id pues, vagabundos, sin tregua
  7. Lasitud (Trad. de Emilio Carrere)
  8. Mujer y gata (Trad. de Guillermo Valencia)
  9. Pensionistas
  10. Soñé contigo esta noche (Trad. de Víctor Manuel Londoño)
  11. Sueño a menudo
  12. Tú crees


Información biográfica
    Nombre: Paul Marie Verlaine
    Lugar y fecha nacimiento: Metz, Francia, 30 de marzo de 1844
    Lugar y fecha defunción: París, Francia, 8 de enero de 1896 (51 años)
    Ocupación: Paul Marie Verlaine
    Movimiento: Simbolismo, Decadentismo

    Fuente: [Paul Verlaine] en Wikipedia.org
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    Aria de antaño
      Lucen vagamente las teclas del piano
      A la luz del suave crepúsculo rosa,
      Y bajo los finos dedos de su mano

      Un aire de antaño canta y se querella
      En la diminuta cámara suntuosa
      En donde palpitan los perfumes de ella.

      Un plácido ensueño mi espíritu mece
      Mientras que el teclado sus notas desgrana;
      ¿Por qué me acaricia, por qué me enternece

      Esa canción dulce, llorosa e incierta
      Que apaciblemente muere en la ventana
      A las tibias auras del jardín abierta?
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    Canción de otoño
      Los sollozos más hondos
      Del violín del otoño
      Son igual
      Que una herida en el alma
      De congojas extrañas
      Sin final.

      Tembloroso recuerdo
      Esta huida del tiempo
      Que se fue.
      Evocando el pasado
      Y los días lejanos
      Lloraré.

      Este viento se lleva
      El ayer de tiniebla
      Que pasó,
      Una mala borrasca
      Que levanta hojarasca
      Como yo.
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    El hogar
      El hogar y la lámpara de resplandor pequeño;
      La frente entre las manos en busca del ensueño;
      Y los ojos perdidos en los ojos amados;
      La hora del té humeante y los libros cerrados;
      El dulzor de sentir fenecer la velada,
      La adorable fatiga y la espera adorada
      De la sombra nupcial y el ensueño amoroso.
      ¡Oh! ¡Todo esto, mi ensueño lo ha perseguido ansioso,
      Sin descanso, a través de mil demoras vanas,
      Impaciente de meses, furioso de semanas!
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    En el balcón
      En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas
      Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia
      Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo
      Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo

      Y todos los días, ambas con languideces de asfódelos
      Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda
      Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda
      De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles

      Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles
      Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
      De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres

      Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría
      Enfática como un trono de melodramas
      Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras.
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    Green
      (Traducción de Víctor Manuel Londoño)

      Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
      Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
      No quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
      Tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

      En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
      Las auras matinales cubrieron de rocío;
      Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
      El fugitivo instante que reposar ansío.

      Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
      Reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
      Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
      Sonora con el ritmo de tus últimos besos.
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    Id pues, vagabundos, sin tregua
      Id pues, vagabundos, sin tregua,
      Errad, funestos y malditos
      A lo largo de los abismos y las playas
      Bajo el ojo cerrado de los paraísos.

      (...)

      Y nosotros, a los que la derrota nos ha hecho sobrevivir,
      Los pies magullados, los ojos turbios, la cabeza pesada,
      Sangrantes, flojos, deshonrados, cansados,
      Vamos, penosamente ahogando un lamento sordo.
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    Lasitud
      (Traducción de Emilio Carrere)

      Encantadora mía, ten dulzura, dulzura...
      Calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional;
      La amante, a veces, debe tener una hora pura
      Y amarnos con un suave cariño fraternal.

      Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa;
      Yo prefiero al espasmo de la hora violenta
      El suspiro y la ingenua mirada luminosa
      Y una boca que me sepa besar aunque me mienta.

      Dices que se desborda tu loco corazón
      Y que grita en tu sangre la más loca pasión;
      Deja que clarinee la fiera voluptuosa.

      En mi pecho reclina tu cabeza galana;
      Júrame dulces cosas que olvidarás mañana
      Y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.
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    Mujer y gata
      (Traducción de Guillermo Valencia)

      La sorprendí jugando con su gata,
      Y contemplar causóme maravilla
      La mano blanca con la blanca pata,
      De la tarde a la luz que apenas brilla.

      ¡Como supo esconder la mojigata,
      Del mitón tras la negra redecilla,
      La punta de marfil que juega y mata,
      Con acerados tintes de cuchilla!

      Melindrosa a la par por su compañera
      Ocultaba también la garra fiera;
      Y al rodar abrazadas por la alfombra,

      Un sonoro reír cruzó el ambiente
      Del salón... y brillaron de repente
      ¡Cuatro puntos de fósforo en la sombra!
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    Pensionistas
      Una tenía quince años, la otra dieciséis
      Y ambas dormían en la misma pequeña habitación
      Esto sucedió una sofocante noche de septiembre
      ¡Quebrantables asuntos! Ojiazules y con mejillas de marfil

      Para refrescar sus delicados cuerpos, se despojaron
      De las exquisitas camisas perfumadas de ámbar
      La más joven levantó sus manos inclinándose hacia atrás
      Y su amiga, con sus manos en sus pechos, la besó.

      Entonces bajó a sus rodillas y, en un arrebato
      Pegó a la pierna de la otra su mejilla, y su boca
      Acarició el dorado oro entre las grises sombras

      Y durante todo ese tiempo la más joven contaba
      Con sus queridos dedos los prometidos valses
      Y sonrojándose, inocentemente sonreía.
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    Soñé contigo esta noche
      (Trad. de Víctor Manuel Londoño)

      Soñé contigo esta noche:
      Te desfallecías de mil maneras
      Y murmurabas tantas cosas...

      Y yo, así como se saborea una fruta
      Te besaba con toda la boca
      Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.

      Era de una elasticidad,
      De un resorte verdaderamente admirable:
      Dios, ¡qué aliento y qué cintura!

      Y tú, querida, por tu parte,
      Qué cintura, qué aliento y
      Qué elasticidad de gacela...

      Al despertar fue, en tus brazos,
      Pero más aguda y más perfecta,
      ¡Exactamente la misma fiesta!
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    Sueño a menudo
      Sueño a menudo el sueño extraño y penetrante
      De una mujer ignota que adoro y que me adora,
      Que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
      Y que las huellas sigue de mi existencia errante.

      Se vuelve transparente mi corazón sangrante
      Para ella, que comprende lo que mi mente añora;
      Ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
      Y lo perdona todo con su sonrisa amante.

      ¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
      ¿Su nombre? Lo imagino dulce y sonoro,
      Como los de los amados que la Vida exilia.

      Como el de las estatuas es su mirar suave
      Y tienen los acordes de su voz, lejana, calma y grave,
      Un eco de las voces queridas que se fueron.
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    Tú crees
      Tú crees en el ron del café, en los presagios,
      Y crees en el juego;
      Yo no creo más que en tus ojos azulados.
      Tú crees en los cuentos de hadas, en los días
      Nefastos y en los sueños;
      Yo creo solamente en tus bellas mentiras.

      Tú crees en un vago y quimérico Dios,
      O en un santo especial,
      Y, para curar males, en alguna oración.
      Mas yo creo en las horas azules y rosadas
      Que tú a mí me procuras
      Y en voluptuosidades de hermosas noches blancas.

      Y tan profunda es mi fe
      Y tanto eres para mí,
      Que en todo lo que yo creo
      Sólo vivo para ti.
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