Vicente Ruiz Llamas

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    Información biográfica

  1. A la razón
  2. A mi amigo D. Francisco Alcaraz Jaén en la muerte de su padre
  3. A mi querido tío el notable poeta D. José Ayala
  4. Al amanecer
  5. En la playa
  6. Mi lira
  7. Soneto inspirado en un cantar popular
  8. Soneto último


Información biográfica
    Nombre: Vicente Félix Ruiz Llamas
    Lugar y fecha nacimiento: Puerto Lumbreras, Murcia, España, 29 de julio de 1865
    Lugar y fecha defunción: 17 de mayo de 1891 (25 años)
    Ocupación: Abogado, poeta
    Movimiento: Romanticismo tardío
La producción literaria de Vicente Ruiz Llamas es escasa debido en parte a su muerte temprana. Su temática se inscribe en línea becqueriana del Romanticismo tardío y –al igual que el poeta sevillano- sus obras fueron recopiladas y editadas póstumamente por familiares y amigos.

Fuente: [Vicente Ruiz Llamas] en Wikipedia.org

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    A la razón
      Hermoso sol de la conciencia humana
      Que alumbras el sendero de la vida.
      Antorcha inmaterial nunca extinguida,
      Reina del mundo y de su autor hermana.

      Si el necio orgullo y la ambición insana
      Te tuvieron ayer obscurecida,
      Potente luz para reinar nacida,
      Tú regirás los mundos del mañana.

      Darás leyes sin fin, justos renombres
      Alcanzarás y glorias esplendentes
      De Polo a Polo con distintos nombres

      Y con ritos e idiomas diferentes,
      Altares te alzarán todos los hombres
      Y culto te darán todas las gentes.
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    A mi amigo D. Francisco Alcaraz Jaén en la muerte de su padre
      Nació para morir y extraño fuera
      Que solitario y triste peregrino,
      No recorriera el áspero camino
      Que al nacer el destino le impusiera.

      ¿Quién la corriente de la vida altera
      Y de la muerte el implacable sino?
      ¿Quién trastorna las leyes del destino
      Y detiene del tiempo la carrera?

      Huérfano sufre tu dolor que en tanto
      Tus penas siente tu infeliz amigo
      Y, por si hallar pudieras en mi llanto

      Calma a tu pena y a tu dolor abrigo,
      Uniendo mi orfandad a tu quebranto,
      Sobre su tumba lloraré contigo.
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    A mi querido tío el notable poeta D. José Ayala
      Creció en mi ser la inspiración naciente
      A los alientos de tu amor sincero
      Que al hallar un amigo y compañero
      Calma encuentra el dolor que el alma siente.

      Creció cual lava de volcán hirviente
      Que estalla, sube y se remonta fiero
      Y canté con acento lastimero
      El bien pasado y el dolor presente.

      El cantar es vivir, sin necio alarde
      Quiero dar tregua a mi pasión traidora,
      Late la inspiración, mi frente arde.

      Cantemos vate, sin dolor ahora,
      Tú, el crepúsculo triste de la tarde,
      Yo, el crepúsculo alegre de la aurora.
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    Al amanecer
      Salta cantando alegre en la enramada
      El tierno pajarillo sus amores,
      Pasa besando las sencillas flores
      La juguetona brisa enamorada.

      Se retira la noche avergonzada
      De tanta luz, encantos y colores
      Y baña con sus tibios resplandores
      Naciente rayo la órbita azulada.

      Se despierta cantando la mañana
      La venida feliz del nuevo día,
      Cúbrese el cielo de color de grana.

      Todo es amor, doquier todo armonía,
      Que hasta un borrico atado a mi ventana,
      Rebuzna deleitable sinfonía.
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    En la playa
      Contemplando sentado en la plata
      El azul transparente del mar,
      La veloz sucesión de las olas
      Con su triste y eterno bramar.

      Así fluyen, me dije, en el alma,
      Y refluyen y vienen y van.
      Alegría, tormento, ventura,
      Sentimiento, placer y pesar.
    Arriba

    Mi lira
      En cada corazón hay una lira,
      Cuya voz nos aflige o nos encanta:
      Cuando la pulsa el entusiasmo, canta;
      Cuando la hiere la maldad, suspira.

      Ruge al contacto de la vil mentira;
      El choque de la duda la quebranta,
      Y al soplo del amor y la fe santa
      Himnos entona con que al mundo admira.

      Yo la mía probé, y estoy contento:
      ¡Bendito tú, Señor, que me la diste
      Templada en la bondad y el sentimiento,

      Y las cuerdas en ella no pusiste
      Del necio orgullo, del afán violento,
      Del odio ruin y de la envidia triste!
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    Soneto inspirado en un cantar popular
      No quiero que me quieras ni quererte
      Y fiero mal me causa el olvidarte,
      Quiero que no me adores ni adorarte
      Y tu ingrato desdén me da la muerte.

      Lejos siempre de mí quiero tenerte
      Para gozar feliz con no mirarte
      Y profundo pesar es no hallarte
      Y negra pesadilla es no verte.

      Pasó soñando el bienestar querido
      Y no logro calmar mi dolor fiero
      Que esperando el mañana apetecido

      Jamás consigo lo que tanto espero,
      Porque quiero olvidarte y no te olvido
      Y dejar de quererte y más te quiero.
    Arriba

    Soneto último
      El débil cuerpo agonizando lento,
      El alma fuerte y la razón segura
      Oigo cavar mi humilde sepultura,
      Término y fin a tanto sufrimiento.

      Ya de la muerte las caricias siento,
      Su beso frío, su mirada dura,
      Se desmorona la materia impura
      Al soplo helado de su helado aliento.

      Cansado de luchar sin esperanza,
      Sin fin, sin ilusión, mi estéril vida
      Juguete vano de la aciaga suerte

      Paso tras paso hacia su fin avanza.
      ¿A qué más retardar esta partida?
      Si al cabo has de venir, ven pronto, muerte.
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