Victorina Bridoux

.
    Información biográfica

  1. Lo adivinaste, soy mariposa
  2. Quiero partir
  3. Y siempre, siempre aquí, llevo esculpida


Información biográfica
    Nombre: Victorina Bridoux y Mazzini de Domínguez
    Lugar y fecha nacimiento: Manchester, Inglaterra, 9 de abril de 1835
    Lugar y fecha defunción: Santa Cruz de Tenerife, España, 1862 (27 años)
    Ocupación: Escritora, novelista, poeta
    Movimiento: Romanticismo
Tras quedar huérfana a los tres años, llegó a Cádiz, España, junto con su madre Ángela Mazzini, procedentes de Inglaterra. Llegó a Tenerife con su madre a sus 20 años y, al poco de llegar, ya publicó poemas en varios periódicos canarios.

Se casó joven y tuvo cuatro hijos. A su precoz muerte por fiebre amarilla a los 27 años, dejó un libro publicado y varias novelas por publicar.

Su esposo le hizo un homenaje publicando de forma póstuma su obra en dos volúmenes titulados "Lágrimas y flores" (1963).

Arriba

    Lo adivinaste: soy mariposa
      Lo adivinaste: soy mariposa
      De blancas alas como el armiño:
      Por mí se muestra bella la rosa,
      Por mí suspira travieso el niño.
      Siempre entre flores paso la vida,
      En sus corolas tengo mi lecho:
      Si me persigue mano atrevida,
      Tenue me alejo por su despecho.
    Arriba

    Quiero Partir
      Yo siento un malestar indefinible,
      El aire que respiro me sofoca...
      Hay una cuerda al corazón sensible,
      ¡Y al sentirla vibrar me vuelvo loca!

      Es un anhelo sin color, sin nombre,
      Es la vana inquietud de un pensamiento;
      ¡Mas comprender jamás pudiera el hombre
      Toda la angustia que en mi pecho siento!

      Al contemplar el mar, que gime en calma,
      Tiendo mis brazos con dolor profundo,
      ¡Y se desmaya de pesar el alma
      Por buscar algo que perdió en el mundo!

      ¡Yo quisiera volar, volar ligera!,
      Dejar montes atrás, islas, vergeles,
      Y divisar lejana otra ribera,
      Cual blondo canastillo de claveles...

      Y gritar desde el mar: ¡oh, patria mía!
      ¡Bella sirena de nevado manto,
      Náyade de sin par melancolía,
      Oh, Cádiz de mi amor, oye mi canto!

      A ti se tornan mis cansados ojos,
      A ti se marcha mi fugaz suspiro,
      Por ti lamento sin cesar enojos,
      Por volverte a mirar, triste deliro.

      Y es preciso partir, es necesario:
      El viajero retorna a sus lugares;
      El peregrino busca el santuario
      Y yo por verte cruzaré los mares.

      Yo, cual las aves de sentido canto,
      He llorado al cantar males de ausencia,
      Y al derramar mi dolorido llanto,
      Sentí debilitarse mi existencia...

      Mas ya cantar no sé; la golondrina
      Quiere tornar a su lejano nido,
      Y el ave, que viajaba peregrina,
      Quiere buscar lo que miró perdido...

      ¡Dejadme, por favor, harto he cantado!
      ¡Basta de flores, de ilusión, de galas!;
      Mi canto en estos montes he grabado,
      ¡Dejadme entonces desplegar mis alas!
    Arriba

    Vivir y morir
      Vivir con el pensamiento
      Entre imágenes soñadas,
      Viendo deslizar doradas
      Las horas del existir,
      Sin que ofrezca la memoria
      Una creencia perdida
      Ni una esperanza mentida:
      Eso se llama vivir.

      Pero escuchar lentamente
      Las horas de la existencia,
      Con helada indiferencia
      En monótono latir;
      Y, aunque el tumulto sofoque,
      Ver el mundo despoblado,
      De placeres despojado,
      Eso se llama morir.
    Arriba

    Y siempre, siempre aquí, llevo esculpida
      Y siempre, siempre aquí, llevo esculpida
      La extraña nota de misterios llena
      ¡Formando parte de mi misma vida!
      ¡Formando parte de mi misma pena!

      Por eso cuando exhalo mi lamento,
      O cuando pulso mi doliente lira,
      Hay dos ecos de amor en un acento
      Y dos suspiros si mi amor suspira.

      ¿Será el presagio de temprana muerte?
      ¿Será el sollozo de mi triste anhelo?
      ¿Será anatema de contraria suerte?
      ¿Será la voz que me reclama al Cielo?

      Definirlo no sé, sólo comprendo
      Que mi existencia su misterio adora,
      Que me asombra esa voz que yo no entiendo
      Y el alma mía de tristeza llora.
    Arriba