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- Información biográfica
- Alma, buscarte has en mí
- Caminemos para el cielo
- Dichoso el corazón enamorado
- Nada te turbe
- Si el amor que me tenéis
- Vivo sin vivir en mí
- Vuestra soy, para Vos nací
- Ya toda me entregué y di
- Información biográfica
Nombre: Teresa de Cepeda y Ahumada
También conocida como: Santa Teresa de Jesús, Santa Teresa de Ávila
Lugar y fecha nacimiento: Ávila, España, 28 de marzo de 1515
Lugar y fecha defunción: Alba de Tormes, Salamanca, Castilla y León, España, 4 de octubre de 1582 (67 años)
Ocupación: Religiosa, fundadora de las Carmelitas Descalzas, doctora de la Iglesia Católica, mística, escritora, poeta
También conocida como: Santa Teresa de Jesús, Santa Teresa de Ávila
Lugar y fecha nacimiento: Ávila, España, 28 de marzo de 1515
Lugar y fecha defunción: Alba de Tormes, Salamanca, Castilla y León, España, 4 de octubre de 1582 (67 años)
Ocupación: Religiosa, fundadora de las Carmelitas Descalzas, doctora de la Iglesia Católica, mística, escritora, poeta
Es considerada, junto con san Juan de la Cruz, la cumbre de la mística experimental cristiana y una de las grandes maestras de la vida espiritual de la Iglesia.
Fuente: [Teresa de Jesús] en Wikipedia.org
Fuente: [Teresa de Jesús] en Wikipedia.org
Arriba
- Alma, buscarte has en mí
- Alma, buscarte has en mí,
Y a mí buscarme has en ti.
De tal suerte pudo amor,
Alma, en mí te retratar,
Que ningún sabio pintor
Supiera con tal primor
Tal imagen estampar.
Fuiste por amor criada
Hermosa, bella, y así
En mis entrañas pintada,
Si te perdieres, mi amada,
Alma, buscarte has en mí.
Que yo sé que te hallarás
En mi pecho retratada,
Y tan al vivo sacada,
Que si te ves te holgarás,
Viéndote tan bien pintada.
Y si acaso no supieres
Dónde me hallarás a mí,
No andes de aquí para allí,
Sino, si hallarme quisieres,
A mí buscarme has en ti.
Porque tú eres mi aposento,
Eres mi casa y morada,
Y así llamo en cualquier tiempo,
Si hallo en tu pensamiento
Estar la puerta cerrada.
Fuera de ti no hay buscarme,
Porque para hallarme a mí,
Bastará sólo llamarme,
Que a ti iré sin tardarme
Y a mí buscarme has en ti.
Caminemos para el cielo
- La pobreza es el camino
El mismo por donde vino
Nuestro Emperador al suelo,
Hijos del Carmelo.
Caminemos, caminemos,
Caminemos para el cielo
Hijos del Carmelo
Caminemos caminemos
Para el cielo.
No dejar de nos amar
Nuestro Dios y nos llamar,
Sigámosle sin recelo,
Hijos del Carmelo.
Vámonos a enriquecer
A donde nunca ha de haber
Pobreza ni desconsuelo,
Hijos del Carmelo.
Hermanos, si así lo hacemos
Los contrarios venceremos
Y a la fin descansaremos
Con el que hizo tierra y cielo,
Hijos del Carmelo.
Dichoso el corazón enamorado
- Dichoso el corazón enamorado
Que en sólo Dios ha puesto el pensamiento,
Por Él renuncia todo lo criado,
Y en Él halla su gloria y su contento.
Aún de sí mismo vive descuidado,
Porque en su Dios está todo su intento,
Y así alegre pasa y muy gozoso
Las ondas de este mar tempestuoso.
Nada te turbe
- Nada te turbe;
Nada te espante;
Todo se pasa;
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
Nada le falta.
Solo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
''nada te turbe''.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
''nada te espante''.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
"Todo se pasa''.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
''Dios no se muda''.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin ''la paciencia''.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
''Todo lo alcanza''.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
''Quien a Dios tiene''.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios tu tesoro
''Nada le falta''.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
''Solo Dios basta''.
Si el amor que me tenéis
- Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?
-Alma, ¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de ti?
-Lo que más temo es perderte.
Un alma en Dios escondida
¿Qué tiene que desear,
Sino amar y más amar,
Y en amor toda escondida
Tornarte de nuevo a amar?
Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
Para hacer un dulce nido
Adonde más la convenga.
Vivo sin vivir en mí
- Vivo sin vivir en mí,
Y tan alta vida espero,
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí;
Cuando el corazón le di
Puse en él este letrero:
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión
Del amor con que yo vivo
Ha hecho a Dios mi cautivo,
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
Esta cárcel, estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
Más pesada que el acero,
Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo, el vivir
Me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte,
Vida, no me seas molesta;
Mira que sólo te resta,
Para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero,
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
Es la vida verdadera;
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
A mi Dios, que vive en mí,
Si no es el perderte a ti
Para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
Pues tanto a mi Amado quiero,
Que muero porque no muero.
Vuestra soy, para Vos nací
- Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
La gran vileza mirad,
Que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
Vuestra, pues me redimistes,
Vuestra, pues que me sufristes,
Vuestra, pues que me llamastes,
Vuestra, porque me esperastes,
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
Que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
A este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma,
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención
Pues por vuestra me ofrecí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
Dad salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz crecida,
Flaqueza o fuerza cumplida,
Que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno, o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
Sí no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
O por amor, ignorancia,
Dadme años de abundancia,
O de hambre y carestía;
Dad tiniebla o claro día
Revolvedme aquí o allí
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
Quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
Desierto o tierra abundosa,
Sea Job en el dolor,
O Juan que al pecho reposa;
Sea' viña frutuosa
O estéril, si cumple así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea Josef puesto en cadenas,
O de Egito Adelantado,
O David sufriendo penas,
O ya David encumbrado,
Sea Jonás anegado,
O libertado de allí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
Haga fruto o no lo haga,
Muéstreme la Ley mi llaga,
Goce de Evangelio blando;
Esté penando o gozando,
Sólo Vos en mí viví,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací
¿Qué mandáis hacer de mí?
Ya toda me entregué y dí
- Ya toda me entregué y di,
Y de tal suerte he trocado,
Que mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida,
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida;
Y, cobrando nueva vida,
De tal manera he trocado,
Que mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor,
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado es para mí
Y yo soy para mi Amado.