Jorge Manrique

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    Información biográfica

  1. Coplas por la muerte de su padre/1
  2. Coplas por la muerte de su padre/2
  3. Coplas por la muerte de su padre/3
  4. Coplas por la muerte de su padre/4
  5. Coplas por la muerte de su padre/5
  6. Coplas por la muerte de su padre/6
  7. Coplas por la muerte de su padre/7
  8. Coplas por la muerte de su padre/8
  9. Coplas por la muerte de su padre/9
  10. Coplas por la muerte de su padre/10
  11. Coplas por la muerte de su padre/11
  12. Coplas por la muerte de su padre/12
  13. Coplas por la muerte de su padre/13
  14. Coplas por la muerte de su padre/14
  15. Coplas por la muerte de su padre/15
  16. Coplas por la muerte de su padre/16
  17. Coplas por la muerte de su padre/17
  18. Coplas por la muerte de su padre/18
  19. Coplas por la muerte de su padre/19
  20. Coplas por la muerte de su padre/20
  21. Coplas por la muerte de su padre/21
  22. Coplas por la muerte de su padre/22
  23. Coplas por la muerte de su padre/23
  24. Coplas por la muerte de su padre/24
  25. Coplas por la muerte de su padre/25
  26. Coplas por la muerte de su padre/26
  27. Coplas por la muerte de su padre/27
  28. Coplas por la muerte de su padre/28
  29. Coplas por la muerte de su padre/29
  30. Coplas por la muerte de su padre/30
  31. Coplas por la muerte de su padre/31
  32. Coplas por la muerte de su padre/32
  33. Coplas por la muerte de su padre/33
  34. Coplas por la muerte de su padre/34
  35. Coplas por la muerte de su padre/35
  36. Coplas por la muerte de su padre/36
  37. Coplas por la muerte de su padre/37
  38. Coplas por la muerte de su padre/38
  39. Coplas por la muerte de su padre/39
  40. Coplas por la muerte de su padre/40

  41. A la fortuna
  42. Acordáos, por Dios, señora
  43. Cada vez que mi memoria
  44. Callé por mucho temor
  45. Castillo de amor
  46. Con dolorido cuidado
  47. Con el gran mal que me sobra
  48. Cuanto más pienso serviros
  49. De Don Jorge Manrique quejándose del Dios de amor y cómo razonan el uno con el otro
  50. Es mi pena desear
  51. En una llaga mortal
  52. Entre dos fuegos lanzado
  53. Es una muerte escondida
  54. Escala de amor
  55. Estando ausente de su amiga a un mensajero que allá enviaba
  56. Hallo que ningún poder
  57. Justa fue mi perdición
  58. Los fuegos que en mí encendieron
  59. Memorial que hizo a su corazón, que parte al desconocimiento de su amiga donde él tiene todos sus sentidos
  60. Ni vivir quiere que viva
  61. No sé por qué me fatigo
  62. No tardes, Muerte, que muero
  63. ¡Oh mundo, pues que nos matas!
  64. Pensando, señora, en vos
  65. Por vuestro gran merecer
  66. Porque estando él durmiendo le besó su amiga
  67. Qué amador tan desdichado
  68. Quien no estuviese en presencia
  69. Quien tanto veros desea
  70. Siempre amar y amor seguir
  71. Sin Dios y sin vos y mí
  72. Ved qué congoja la mía
  73. Yo callé males sufriendo


Información biográfica
    Nombre: Jorge Manrique
    Lugar y fecha nacimiento: Paredes de Nava, Palencia o Segura de la Sierra, Jaén, c. 1440
    Lugar y fecha defunción: Santa María del Campo Rus, Cuenca, 24 de abril de 1479 (39 años)
    Ocupación: Poeta, soldado
    Movimiento: Prerrenacimiento

    Fuente: [Jorge Manrique] en Wikipedia.org
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    Coplas por la muerte de su padre/1
      Recuerde el alma dormida,
      Avive el seso y despierte
      Contemplando
      Cómo se pasa la vida,
      Cómo se viene la muerte
      Tan callando,
      Cuán presto se va el placer,
      Cómo, después de acordado,
      Da dolor;
      Cómo, a nuestro parecer,
      Cualquiera tiempo pasado
      Fue mejor.
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    Coplas por la muerte de su padre/2
      Pues si vemos lo presente
      Cómo en un punto se es ido
      Y acabado,
      Si juzgamos sabiamente,
      Daremos lo no venido
      Por pasado.
      No se engañe nadie, no,
      Pensando que ha de durar
      Lo que espera,
      Más que duró lo que vio
      Porque todo ha de pasar
      Por tal manera.
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    Coplas por la muerte de su padre/3
      Nuestras vidas son los ríos
      Que van a dar en la mar,
      Que es el morir;
      Allí van los señoríos
      Derechos a se acabar
      Y consumir;
      Allí los ríos caudales,
      Allí los otros medianos
      Y más chicos,
      Y llegados, son iguales
      Los que viven por sus manos
      Y los ricos.
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    Coplas por la muerte de su padre/4
      Dejo las invocaciones
      De los famosos poetas
      Y oradores;
      No curo de sus ficciones,
      Que traen yerbas secretas
      Sus sabores;
      A aquel sólo me encomiendo,
      Aquel sólo invoco yo
      De verdad,
      Que en este mundo viviendo
      El mundo no conoció
      Su deidad.
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    Coplas por la muerte de su padre/5
      Este mundo es el camino
      Para el otro, que es morada
      Sin pesar;
      Mas cumple tener buen tino
      Para andar esta jornada
      Sin errar.
      Partimos cuando nacemos,
      Andamos mientras vivimos,
      Y llegamos
      Al tiempo que fenecemos;
      Así que cuando morimos
      Descansamos.
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    Coplas por la muerte de su padre/6
      Este mundo bueno fue
      Si bien usáramos de él
      Como debemos,
      Porque, según nuestra fe,
      Es para ganar aquel
      Que atendemos.
      Aún aquel hijo de Dios,
      Para subirnos al cielo
      Descendió
      A nacer acá entre nos,
      Y a vivir en este suelo
      Do murió.
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    Coplas por la muerte de su padre/7
      Ved de cuán poco valor
      Son las cosas tras que andamos
      Y corremos,
      Que en este mundo traidor,
      Aún primero que muramos
      Las perdemos:
      De ellas deshace la edad,
      De ellas casos desastrados
      Que acaecen,
      De ellas, por su calidad,
      En los más altos estados
      Desfallecen.
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    Coplas por la muerte de su padre/8
      Decidme: la fermosura,
      La gentil frescura y tez
      De la cara,
      El color y la blancura,
      Cuando viene la vejez,
      ¿Cuál se para?
      Las mañas y ligereza
      Y la fuerza corporal
      De juventud,
      Todo se torna graveza
      Cuando llega al arrabal
      De senectud.
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    Coplas por la muerte de su padre/9
      Pues la sangre de los godos,
      Y el linaje y la nobleza
      Tan crecida,
      ¡Por cuántas vías y modos
      Se pierde su gran alteza
      En esta vida!
      Unos, por poco valer,
      ¡Por cuán bajos y abatidos
      Que los tienen!
      Otros que, por no tener,
      Con oficios no debidos
      Se mantienen.
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    Coplas por la muerte de su padre/10
      Los estados y riqueza
      Que nos dejan a deshora,
      ¿Quién lo duda?
      No les pidamos firmeza,
      Pues son de una señora
      Que se muda.
      Que bienes son de Fortuna
      Que revuelven con su rueda
      Presurosa,
      La cual no puede ser una
      Ni estar estable ni queda
      En una cosa.
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    Coplas por la muerte de su padre/11
      Pero digo que acompañen
      Y lleguen hasta la huesa
      Con su dueño:
      Por eso nos engañen,
      Pues se va la vida apriesa
      Como sueño;
      Y los deleites de acá
      Son, en que nos deleitamos,
      Temporales,
      Y los tormentos de allá,
      Que por ellos esperamos,
      Eternales.
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    Coplas por la muerte de su padre/12
      Los placeres y dulzores
      De esta vida trabajada
      Que tenemos,
      No son sino corredores,
      Y la muerte, la celada
      En que caemos.
      No mirando nuestro daño,
      Corremos a rienda suelta
      Sin parar;
      Desque vemos el engaño
      Y queremos dar la vuelta,
      No hay lugar.
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    Coplas por la muerte de su padre/13
      Si fuese en nuestro poder
      Hacer la cara hermosa
      Corporal,
      Como podemos hacer
      El alma tan gloriosa,
      Angelical,
      ¡Qué diligencia tan viva
      Tuviéramos toda hora,
      Y tan presta,
      En componer la cativa,
      Dejándonos la señora
      Descompuesta!
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    Coplas por la muerte de su padre/14
      Esos reyes poderosos
      Que vemos por escrituras
      Ya pasadas,
      Por casos tristes, llorosos,
      Fueron sus buenas venturas
      Trastornadas;
      Así que no hay cosa fuerte,
      Que a papas y emperadores
      Y prelados,
      Así los trata la muerte
      Como a los pobres pastores
      De ganados.
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    Coplas por la muerte de su padre/15
      Dejemos a los troyanos,
      Que sus males no los vimos
      Ni sus glorias;
      Dejemos a los romanos,
      Aunque oímos y leímos
      Sus historias.
      No curemos de saber
      Lo de aquel siglo pasado
      Qué fue de ello;
      Vengamos a lo de ayer,
      Que también es olvidado
      Como aquello.
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    Coplas por la muerte de su padre/16
      ¿Qué se hizo el rey don Juan?
      Los infantes de Aragón,
      ¿Qué se hicieron?
      ¿Qué fue de tanto galán,
      Qué fue de tanta invención
      Como trajeron?
      Las justas y los torneos,
      Paramentos, bordaduras
      Y cimeras,
      ¿Fueron sino devaneos?
      ¿Qué fueron sino verduras
      De las eras?
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    Coplas por la muerte de su padre/17
      ¿Qué se hicieron las damas,
      Sus tocados, sus vestidos,
      Sus olores?
      ¿Qué se hicieron las llamas
      De los fuegos encendidos
      De amadores?
      ¿Qué se hizo aquel trovar,
      Las músicas acordadas
      Que tañían?
      ¿Qué se hizo aquel danzar,
      Aquellas ropas chapadas
      Que traían?
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    Coplas por la muerte de su padre/18
      Pues el otro, su heredero,
      Don Enrique, ¡qué poderes
      Alcanzaba!
      ¡Cuán blando, cuán halaguero
      El mundo con sus placeres
      Se le daba!
      Mas verás cuán enemigo,
      Cuán contrario, cuán cruel
      Se le mostró;
      Habiéndole sido amigo,
      ¡Cuán poco duró con él
      Lo que le dio!
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    Coplas por la muerte de su padre/19
      Las dádivas desmedidas,
      Los edificios reales
      Llenos de oro,
      Las vajillas tan febridas,
      Los enriques y reales
      Del tesoro;
      Los jaeces, los caballos
      De sus gentes y atavíos
      Tan sobrados,
      ¿Dónde iremos a buscallos?
      ¿Qué fueron sino rocíos
      De los prados?
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    Coplas por la muerte de su padre/20
      Pues su hermano el inocente,
      Que en su vida sucesor
      Se llamó,
      ¡Qué corte tan excelente
      Tuvo y cuánto gran señor
      Le siguió!
      Mas, como fuese mortal,
      Metiole la muerte luego
      En su fragua.
      ¡Oh, juicio divinal,
      Cuando más ardía el fuego,
      Echaste agua!
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    Coplas por la muerte de su padre/21
      Pues aquel gran Condestable,
      Maestre que conocimos
      Tan privado,
      No cumple que de él se hable,
      Sino sólo que lo vimos
      Degollado.
      Sus infinitos tesoros,
      Sus villas y sus lugares,
      Su mandar,
      ¿Qué le fueron sino lloros?
      ¿Qué fueron sino pesares
      Al dejar?
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    Coplas por la muerte de su padre/22
      Y los otros dos hermanos,
      Maestres tan prosperados
      Como reyes,
      Que a los grandes y medianos
      Trajeron tan sojuzgados
      A sus leyes;
      Aquella prosperidad
      Que tan alta fue subida
      Y ensalzada,
      ¿Qué fue sino claridad
      Que cuando más encendida
      Fue amatada? 
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    Coplas por la muerte de su padre/23
      Tantos duques excelentes,
      Tantos marqueses y condes
      Y varones
      Como vimos tan potentes,
      Di, muerte, ¿dó los escondes
      Y traspones?
      Y las sus claras hazañas
      Que hicieron en las guerras
      Y en las paces,
      Cuando tú, cruda, te ensañas,
      Con tu fuerza las atierras
      Y deshaces.
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    Coplas por la muerte de su padre/24
      Las huestes innumerables,
      Los pendones, estandartes
      Y banderas,
      Los castillos impugnables,
      Los muros y baluartes
      Y barreras,
      La cava honda, chapada,
      O cualquier otro reparo,
      ¿Qué aprovecha?
      Que si tú vienes airada,
      Todo lo pasas de claro
      Con tu flecha.
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    Coplas por la muerte de su padre/25
      Aquel de buenos abrigo,
      Amado por virtuoso
      De la gente,
      El maestre don Rodrigo
      Manrique, tanto famoso
      Y tan valiente;
      Sus hechos grandes y claros
      No cumple que los alabe,
      Pues los vieron,
      Ni los quiero hacer caros
      Pues que el mundo todo sabe
      Cuáles fueron.
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    Coplas por la muerte de su padre/26
      Amigo de sus amigos,
      ¡Qué señor para criados
      Y parientes!
      ¡Qué enemigo de enemigos!
      ¡Qué maestro de esforzados
      Y valientes!
      ¡Qué seso para discretos!
      ¡Qué gracia para donosos!
      ¡Qué razón!
      ¡Cuán benigno a los sujetos!
      ¡A los bravos y dañosos,
      Qué león! ....
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    Coplas por la muerte de su padre/27
      En ventura Octaviano;
      Julio César en vencer
      Y batallar;
      En la virtud, Africano;
      Aníbal en el saber
      Y trabajar;
      En la bondad, un Trajano;
      Tito en liberalidad
      Con alegría;
      En su brazo, Aureliano;
      Marco Tulio en la verdad
      Que prometía.
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    Coplas por la muerte de su padre/28
      Antonio Pío en clemencia;
      Marco Aurelio en igualdad
      Del semblante;
      Adriano en elocuencia;
      Teodosio en humanidad
      Y buen talante;
      Aurelio Alejandro fue
      En disciplina y rigor
      De la guerra;
      Un Constantino en la fe,
      Camilo en el gran amor
      De su tierra.
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    Coplas por la muerte de su padre/29
      No dejó grandes tesoros,
      Ni alcanzó muchas riquezas
      Ni vajillas;
      Mas hizo guerra a los moros,
      Ganando sus fortalezas
      Y sus villas;
      Y en las lides que venció,
      Muchos moros y caballos
      Se perdieron;
      Y en este oficio ganó
      Las rentas y los vasallos
      Que le dieron.
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    Coplas por la muerte de su padre/30
      Pues por su honra y estado,
      En otros tiempos pasados,
      ¿Cómo se hubo?
      Quedando desamparado,
      Con hermanos y criados
      Se sostuvo.
      Después que hechos famosos
      Hizo en esta misma guerra
      Que hacía,
      Hizo tratos tan honrosos
      Que le dieron aún más tierra
      Que tenía.
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    Coplas por la muerte de su padre/31
      Estas sus viejas historias
      Que con su brazo pintó
      En juventud,
      Con otras nuevas victorias
      Ahora las renovó
      En senectud.
      Por su grande habilidad,
      Por méritos y ancianía
      Bien gastada,
      Alcanzó la dignidad
      De la gran Caballería
      De la Espada.
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    Coplas por la muerte de su padre/32
      Y sus villas y sus tierras
      Ocupadas de tiranos
      Las halló;
      Mas por cercos y por guerras
      Y por fuerza de sus manos
      Las cobró.
      Pues nuestro rey natural,
      Si de las obras que obró
      Fue servido,
      Dígalo el de Portugal
      Y en Castilla quien siguió
      Su partido.
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    Coplas por la muerte de su padre/33
      Después de puesta la vida
      Tantas veces por su ley
      Al tablero;
      Después de tan bien servida
      La corona de su rey
      Verdadero:
      Después de tanta hazaña
      A que no puede bastar
      Cuenta cierta,
      En la su villa de Ocaña
      Vino la muerte a llamar
      A su puerta,
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    Coplas por la muerte de su padre/34
      Diciendo: "Buen caballero,
      Dejad el mundo engañoso
      Y su halago;
      Vuestro corazón de acero,
      Muestre su esfuerzo famoso
      En este trago;
      Y pues de vida y salud
      Hicisteis tan poca cuenta
      Por la fama,
      Esfuércese la virtud
      Para sufrir esta afrenta
      Que os llama.
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    Coplas por la muerte de su padre/35
      No se os haga tan amarga
      La batalla temerosa
      Que esperáis,
      Pues otra vida más larga
      De la fama gloriosa
      Acá dejáis,
      (Aunque esta vida de honor
      Tampoco no es eternal
      Ni verdadera);
      Mas, con todo, es muy mejor
      Que la otra temporal
      Perecedera.
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    Coplas por la muerte de su padre/36
      El vivir que es perdurable
      No se gana con estados
      Mundanales,
      Ni con vida deleitable
      En que moran los pecados
      Infernales;
      Mas los buenos religiosos
      Gánanlo con oraciones
      Y con lloros;
      Los caballeros famosos,
      Con trabajos y aflicciones
      Contra moros.
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    Coplas por la muerte de su padre/37
      Y pues vos, claro varón,
      Tanta sangre derramasteis
      De paganos,
      Esperad el galardón
      Que en este mundo ganasteis
      Por las manos;
      Y con esta confianza
      Y con la fe tan entera
      Que tenéis,
      Partid con buena esperanza,
      Que esta otra vida tercera
      Ganaréis."
    Arriba

    Coplas por la muerte de su padre/38
      "No tengamos tiempo ya
      En esta vida mezquina
      Por tal modo,
      Que mi voluntad está
      Conforme con la divina
      Para todo;
      Y consiento en mi morir
      Con voluntad placentera,
      Clara y pura,
      Que querer hombre vivir
      Cuando Dios quiere que muera
      Es locura.
    Arriba

    Coplas por la muerte de su padre/39
      Tú, que por nuestra maldad,
      Tomaste forma servil
      Y bajo nombre;
      Tú, que a tu divinidad
      Juntaste cosa tan vil
      Como es el hombre;
      Tú, que tan grandes tormentos
      Sufriste sin resistencia
      En tu persona,
      No por mis merecimientos,
      Mas por tu sola clemencia
      Me perdona."
    Arriba

    Coplas por la muerte de su padre/40
      Así, con tal entender,
      Todos sentidos humanos
      Conservados,
      Cercado de su mujer
      Y de sus hijos y hermanos
      Y criados,
      Dio el alma a quien se la dio
      (El cual la ponga en el cielo
      En su gloria),
      Que aunque la vida perdió
      Dejónos harto consuelo
      Su memoria.
    Arriba

    A la fortuna
      I

      Fortuna, no me amenaces,
      Ni menos me muestres gesto
      Mucho duro,
      Que tus guerras y tus paces
      Conozco bien, y por esto
      No me curo;
      Antes tomo más denuedo,
      Pues tanto almacén de males
      Has gastado,
      Aunque tú me pones miedo
      Diciendo que los mortales
      Has guardado.

      II

      Y ¿qué más puede pasar
      Dolor mortal ni pasión
      De ningún arte,
      Que herir y atravesar
      Por medio mi corazón
      De cada parte?
      Pues una cosa diría,
      Y entiendo que la jurase
      Sin mentir:
      Que ningún golpe vendría
      Que por otro no acertase
      A me herir.

      III

      ¿Piensas tú que no soy muerto
      Por no ser todas de muerte
      Mis heridas?
      Pues sabe que puede, cierto,
      Acabar lo menos fuerte
      Muchas vidas;
      Mas está en mi fe mi vida,
      Y mi fe está en el vivir
      De quien me pena;
      Así que de mi herida
      Yo nunca puedo morir
      Sino de ajena.

      IV

      Y pues esto visto tienes,
      Que jamás podrás conmigo
      Por herirme,
      Torna ahora a darme bienes,
      Por que tengas por amigo
      Hombre tan firme;
      Mas no es tal tu calidad
      Para que hagas mi ruego,
      Ni podrás,
      Que hay muy gran contrariedad
      Porque tú te mudas luego;
      Yo, jamás.

      V

      Y pues ser buenos amigos
      Por tu mala condición
      No podemos,
      Tornemos como enemigos
      A esta nuestra cuestión,
      Y porfiemos;
      En la cual, si no me vences,
      Yo quedo por vencedor
      Conocido;
      Pues dígote que comiences
      Y no debo haber temor, pues te convido.

      VI

      Que ya las armas probé
      Para mejor defenderme
      Y más guardarme,
      Y la fe sola hallé
      Que de ti puede valerme
      Y defensarme;
      Mas esta sola sabrás
      Que no sólo me es defensa,
      Mas victoria:
      Así que tú llevarás
      De este debate la ofensa;
      Yo, la gloria.

      VII

      De los daños que me has hecho
      Tanto tiempo guerreando
      Contra mí,
      Me queda sólo un provecho,
      Porque soy más esforzado
      Contra ti;
      Y conozco bien tus mañas,
      Y en pensando tú la cosa,
      Ya la entiendo,
      Y veo cómo me engañas;
      Mas mi fe es tan porfiosa.
      Que lo atiendo.

      VIII

      Y entiendo bien tus maneras
      Y tus halagos traidores,
      Nunca buenos,
      Que nunca son verdaderas
      Y en este caso de amores,
      Mucho menos;
      Ni tampoco muy agudas
      Ni de gran poder ni fuerza,
      Pues sabemos
      Que te vuelves y te mudas;
      Mas Amor nos manda y fuerza
      Que esperemos.

      IX

      Que tus engaños no engañan,
      Sino al que amor desigual
      Tiene y prende;
      Que al mudable nunca dañan,
      Porque toma el bien, y el mal
      No lo atiende.
      Estos me vengan de ti:
      Pero no es para alegrarme
      Tal venganza,
      Que pues tú heriste a mí,
      Yo tenía que vengarme
      Por mi lanza.

      X

      Mas venganza que no puede
      -Sin la firmeza quebrar-
      Ser tomada,
      Más contento soy que quede
      Mi herida sin vengar
      Que no vengada;
      Mas, con todo, he gran placer
      Porque tornan tus bonanzas
      Y no esperan,
      Ni duran en su querer
      A que vuelvan tus mudanzas
      Y que mueran.

      XI - CABO

      Desde aquí te desafío
      A fuego, sangre y a hierro,
      En esta guerra;
      Pues en tus bienes no fío,
      No quiero esperar más yerro
      De quien yerra:
      Que quien tantas veces miente,
      Aunque ya diga verdad,
      No es de creer;
      Pues airado ni placiente,
      Tu gesto mi voluntad
      No quiere ver.
    Arriba

    Acordáos, por Dios, señora
      I

      Acordáos, por Dios, señora,
      Cuánto ha que comencé
      Vuestro servicio,
      Como un día ni una hora
      Nunca dejo ni dejé
      De tal oficio;
      Acordáos de mis dolores,
      Acordáos de mis tormentos
      Que he sentido;
      Acordáos de los temores
      Y males y pensamientos
      Que he sufrido.

      II

      Acordáos cómo, en presencia,
      Me hallasteis siempre firme
      Y muy leal;
      Acordáos cómo, en ausencia,
      Nunca pude arrepentirme
      De mi mal;
      Acordáos cómo soy vuestro
      Sin jamás haber pensado
      Ser ajeno;
      Acordáos cómo no muestro
      El medio mal que he pasado
      Por ser bueno.

      III

      Acordáos que no sentisteis,
      En mi vida, una mudanza
      Que hiciese;
      Acordáos que no me disteis,
      En la vuestra, una esperanza
      Que viviese;
      Acordáos de la tristura
      Que siento yo por la vuestra
      Que mostráis;
      Acordáos ya, por mesura,
      Del dolor que en mí se muestra
      Y vos negáis.

      IV

      Acordáos que fui sujeto
      Y soy, a vuestra belleza,
      Con razón;
      Acordáos que soy secreto,
      Acordáos de mi firmeza
      Y afición;
      Acordáos de lo que siento
      Cuando parto y vos quedáis,
      O vos partís;
      Acordáos cómo no miento,
      Aunque vos no lo pensáis,
      Según decís.

      V

      Acordáos de los enojos
      Que me habéis hecho pasar,
      Y los gemidos;
      Acordáos ya de mis ojos,
      Que de mis males llorar
      Están perdidos;
      Acordáos de cuánto os quiero
      Acordáos de mi deseo
      Y mis suspiros;
      Acordáos cómo si muero
      De estos males que poseo,
      Es por serviros.

      VI

      Acordáos que llevaréis
      Un tal cargo sobre vos
      Si me matáis,
      Que nunca lo pagaréis
      Ante el mundo ni ante Dios,
      Aunque queráis;
      Y aunque yo sufra paciente
      A muerte y de voluntad
      Mucho lo hecho,
      No faltará algún pariente
      Que dé queja a la Hermandad
      De tan mal hecho.

      VII

      Después que pedí justicia,
      Torno ya a pedir merced
      A la bondad,
      No porque haya gran codicia
      De vivir, mas vos habed
      Ya piedad;
      Y creedme lo que os cuento,
      Pues que mi mote sabéis
      Que dice así:
      Ni miento ni me arrepiento,
      Ni jamás conoceréis
      Al en mí.

      VIII - Cabo

      Por fin de lo que desea
      Mi servir y mi querer
      Y firme fe,
      Consentid que vuestro sea,
      Pues que vuestro quiero ser,
      Y lo seré,
      Y perded toda la duda
      Que tomasteis contra mí
      De ayer acá,
      Que mi servir no se muda,
      Aunque no pensáis que sí,
      Ni mudara.
    Arriba

    Cada vez que mi memoria
      I

      Cada vez que mi memoria
      Vuestra beldad representa,
      Mi penar se torna gloria.
      Mis servicios en victoria,
      Mi morir, vida contenta.

      II

      Y queda mi corazón
      Bien satisfecho en serviros;
      El pago de sus suspiros
      Halo por buen galardón;
      Porque vista la memoria
      En que a vos os representa,
      Su penar se torna gloria,
      Sus servicios en victoria,
      Su morir, vida contenta.
    Arriba

    Esparza: Callé por mucho temor
      Callé por mucho temor;
      Temo, por mucho callar,
      Que la vida perderé;
      Así con tan grande amor
      No puedo, triste, pensar
      Qué remedio me daré.
      Porque alguna vez hablé,
      Halléme de ello tan mal,
      Que, sin duda, más valiera
      Callar, mas tan bien callé
      Y pené tan desigual,
      Que, más callando, muriera.
    Arriba

    Castillo de amor
      I

      Hame tan bien defendido,
      Señora, vuestra memoria
      De mudanza,
      Que jamás, nunca, ha podido
      Alcanzar de mi victoria
      Olvidanza:
      Porque estáis apoderada
      Vos de toda mi firmeza
      En tal son,
      Que no puede ser tomada
      A fuerza mi fortaleza
      Ni a traición.

      II

      La fortaleza nombrada
      Está en los altos alcores
      De una cuesta,
      Sobre una peña tajada,
      Maciza toda de amores,
      Muy bien puesta:
      Y tiene dos baluartes
      Hacia el cabo que ha sentido
      El olvidar,
      Y cerca a las otras partes,
      Un río mucho crecido,
      Que es membrar.

      III

      El muro tiene de amor,
      Las almenas de lealtad,
      La barrera
      Cual nunca tuvo amador,
      Ni menos la voluntad
      De tal manera;
      La puerta de un tal deseo,
      Que aunque esté del todo entrada
      Y encendida,
      Si presupongo que os veo,
      Luego la tengo cobrada
      Y socorrida.

      IV

      Las cavas están cavadas
      En medio de un corazón
      Muy leal,
      Y después todas chapadas
      De servicios y afición
      Muy desigual;
      De una fe firme la puente
      Levadiza, con cadena
      De razón,
      Razón que nunca consiente
      Pasar hermosura ajena
      Ni afición.

      V

      Las ventanas son muy bellas,
      Y son de la condición
      Que dirá aquí:
      Que no pueda mirar de ellas
      Sin ver a vos en visión
      Delante mí;
      Mas no visión que me espante,
      Pero póneme tal miedo,
      Que no oso
      Deciros nada delante,
      Pensando ser tal denuedo
      Peligroso.

      VI

      Mi pensamiento -que está
      En una torre muy alta,
      Que es verdad-
      Sed cierta que no hará,
      Señora, ninguna falta
      Ni fealdad;
      Que ninguna hermosura
      Ni buen gesto,
      No puede tener en nada
      Pensando en vuestra figura
      Que siempre tiene pensada
      Para esto.

      VII

      Otra torre, que es ventura,
      Está del todo caída
      A todas partes,
      Porque vuestra hermosura
      La ha muy recio combatida
      Con mil artes,
      Con jamás no querer bien,
      Antes matar y herir
      Y desamar
      Un tal servidor, a quien
      Siempre debiera guarir
      Y defensar.

      VIII

      Tiene muchas provisiones
      Que son cuidados y males
      Y dolores,
      Angustias, fuertes pasiones,
      Y penas muy desiguales
      Y temores,
      Que no pueden fallecer
      Aunque estuviese cercado
      Dos mil años,
      Ni menos entrar placer
      A do hay tanto cuidado
      Y tantos daños.

      IX

      En la torre de homenaje
      Está puesto toda hora
      Un estandarte,
      Que muestra por vasallaje
      El nombre de su señora
      A cada parte;
      Que comienza como más
      El nombre y como valer
      El apellido,
      A la cual nunca jamás
      Yo podré desconocer
      Aunque perdido.

      X - Fin

      A tal postura os salgo
      Con muy firme juramento
      Y fuerte jura,
      Como vasallo hidalgo
      Que por pesar ni tormento
      Ni tristura,
      A otro no lo entregar
      Aunque la muerte esperase
      Por vivir,
      Ni aunque lo venga a cercar
      El Dios de amor, y llegase
      A lo pedir.
    Arriba

    Con dolorido cuidado
      I

      Con dolorido cuidado,
      desgrado, pena y dolor,
      parto yo, triste amador,
      de amores desamparado,
      de amores, que no de amor.

      II

      Y el corazón, enemigo
      De lo que mi vida quiere,
      Ni halla vida ni muere
      Ni queda ni va conmigo;
      Sin ventura, desdichado,
      Sin consuelo, sin favor,
      Parto yo, triste amador,
      De amores desamparado,
      De amores, que no de amor.
    Arriba

    Con el gran mal que me sobra
      I

      Con el gran mal que me sobra
      Y el gran bien que me fallece,
      En comenzando algún obra.
      La tristeza que me cobra
      Todas mis ganas empece;
      Y en queriendo ya callar,
      Se levantan mil suspiros
      Y gemidos a la par,
      Que no me dejan estar
      Ni me muestran qué deciros.

      II

      No que mi decir se esconda,
      Mas no hallo que aproveche,
      Que puesto que me responda
      Vuestra vela o vuestra ronda,
      Responderá que yo peche;
      Dirá luego: -¿Quién te puso
      En contienda ni cuestión?
      Yo, aunque bien no me escuso
      Ni rehúso ser confuso,
      Contaré la ocasión.

      III

      Y diré que me llamaron
      Por los primeros mensajes,
      Cien mil que os alabaron
      Y alabando no negaron
      Recibidos mil ultrajes;
      Mas es tal vuestra beldad,
      Vuestras gracias y valer,
      Que Razón y Voluntad
      Os dieron su libertad
      Sin poderse defender.

      IV

      Emprendí, pues, noramala
      Ya de veros por mi mal,
      Y en subiendo por la escala,
      No sé cuál pie me resbala,
      No curé de la señal;
      Y en llegando a la presencia
      De bienes tan remontados,
      Mis Deseos y Cuidados
      Todos se vieron lanzados
      Delante vuestra excelencia.

      V

      Allí fue la gran cuestión
      Entre Querer y Temor;
      Cada cual con su razón
      Esforzando la pasión
      Y alterando la color;
      Y aunque estaba apercibido
      Y artero de escarmentado,
      Cuando hubieron concluido,
      El temeroso partido
      Se rindió al esforzado.

      VI

      Y como tardé en me dar
      Esperando toda afrenta,
      Después no pude sacar
      Partido para quedar
      Con alguna fuerza exenta;
      Antes me di tan entero
      A vos sola de quien soy,
      Que merced de otra no espero,
      Sino de vos, por quien muero,
      Y aunque muera, más me doy.

      VII

      Y en hallándome cautivo
      Y alegre de tal prisión,
      Ni me fue el placer esquivo
      Ni el pensar me dio motivo
      De sentir mi perdición;
      Antes fui acrecentando
      Las fuerzas de mis prisiones
      Y mis pasos acortando,
      Sintiendo, yendo, mirando
      Vuestras obras y razones.

      VIII

      Y aunque todos mis sentidos
      De sus fines no gozaron,
      Los ojos embebecidos
      Fueron tan bien acogidos,
      Que del todo me alegraron;
      Mas mi dicha -no hadada
      A consentirme tal gozo-
      Se volvió tan presto airada,
      Que mi bien fue todo nada
      Y mi gozo fue en el pozo.

      IX

      Robome una niebla oscura
      Esta gloria de mis ojos,
      La cual, por mi desventura,
      Fue ocasión de mi tristura,
      Y aun la fin de mis enojos;
      Cual quedé, pues, yo quedando,
      Ya no hay mano que lo escriba,
      Que si yo lo voy pintando,
      Mis ojos lo van borrando
      Con gotas de sangre viva.

      X

      La crudeza de mis males
      Más se calla en la decir,
      Pues mis dichos no son tales
      Que igualen las desiguales
      Congojas de mi vivir;
      Mas después de atormentado
      Con cien mil agrios martirios,
      Diré cual amortajado
      Queda muerto y no enterrado,
      A oscuras, sin luz ni cirios.

      XI

      Cual aquel cuerpo sagrado
      De San Vicente bendito,
      Después de martirizado,
      A las fieras fue lanzado
      Por cruel mando maldito;
      Mas otro mando mayor
      De Dios, por quien padeció,
      Le envió por defensor
      Un lobo muy sin temor
      Y un cuervo que lo ayudó.

      XII - FIN

      Así aguardan mi persona,
      Por milagro, desque he muerto,
      Un león con su corona
      Y un cuervo que no abandona
      Mi ser hasta ser despierto.
      Venga, pues, vuestra venida
      En fin de toda mi cuenta;
      Venga ya y verá mi vida
      Que se fue con vuestra ida,
      Mas debe quedar contenta.
    Arriba

    Cuanto más pienso serviros
      I

      Cuanto más pienso serviros,
      Tanto queréis más causar
      Que gaste mi fe en suspiros
      Y mi vida en desear
      Lo que no puedo alcanzar.

      II

      Bien conozco que estoy ciego
      Y que mi gran fe me ciega,
      Y que esperando me niega
      Que no os venceréis de ruego,
      Y que, por mucho serviros,
      No dejaréis de causar
      Que gaste mi fe en suspiros
      Y mi vida en desear
      Lo que no puedo alcanzar.
    Arriba

    De Don Jorge Manrique quejándose del Dios de amor y cómo razonan el uno con el otro
      I

      ¡Oh, muy alto Dios de amor
      Por quien mi vida se guía!
      ¿Cómo sufres tú, señor,
      Siendo justo juzgador,
      En tu ley tal herejía?
      ¿Que se pierda el que sirvió,
      Que se olvide lo servido,
      Que viva quien engañó,
      Que muera quien bien amó,
      Que valga el amor fingido?

      II

      Pues que tales sinrazones
      Consientes pasar así,
      Suplícote que perdones
      Mi lengua, si con pasiones
      Dijere males de ti.

      Que no soy yo el que lo digo,
      Sino tú, que me hiciste
      Las obras como enemigo:
      Teniéndote por amigo
      Me trocaste y me vendiste.

      III

      Si eres Dios de verdad,
      ¿Por qué consientes mentiras?
      Si tienen en ti bondad,
      ¿Por qué sufres tal maldad?
      ¿O qué aprovechan tus iras,
      Tus sañas tan espantosas
      Con que castigas y hieres?

      Tus fuerzas tan poderosas
      -Pues comportas tales cosas-
      Di, ¿para cuándo las quieres?

      IV - Responde en dios Amor

      Amador: Sabe que Ausencia
      Te acusó y te condenó,
      Que si fuera en tu presencia,
      No se diera la sentencia
      Injusta como se dio;
      Ni pienses que me ha placido
      Por haberte condenado,
      Porque bien he conocido
      Que perdí en lo perdido
      Y pierdo en lo que he ganado.

      V - Replica el aquejado

      ¡Qué inicio tan bien dado,
      Qué justicia y qué dolor,
      Condenar al apartado,
      Nunca oído ni llamado
      El ni su procurador!
      Así que por disculparte,
      Lo que pones por excusa,
      Lo que dices por salvarte
      Es para más condenarte
      Porque ello mismo te acusa.

      VI - Responde el dios de Amor

      Amansa tu turbación,
      Recoge tu seso un poco,
      No quieras dar ocasión
      A tu gran alteración
      Que te pueda tornar loco;
      Que bien puedes apelar,
      Que otro Dios hay sobre mí
      Que te pueda remediar,
      Y a mí también castigar
      Si mala sentencia di.

      VII - Replica el aquejado

      Ese Dios alto sin cuento,
      Bien sé yo que es el mayor;
      Mas, con mi gran desatiento,
      Le tengo muy descontento
      Por servir a ti, traidor,
      Que con tu ley halaguera
      Me engañaste, y has traído
      A dejar la verdadera,
      Y seguirte en la manera
      Que sabes que te he seguido.

      VIII

      En ti solo tuve fe
      Después que te conocí;
      Pues ¿cómo pareceré
      Ante el Dios a quien erré
      Quejando del que serví?
      Que me dirá, con razón,
      Que me valga cuyo so,
      Y que pida el galardón
      A quien tuve el afición,
      Que él nunca me conoció.

      IX

      Mas, pues no fue justamente
      Esa tu sentencia dada
      Contra mí, por ser ausente,
      Ahora que estoy presente
      Revócala, pues fue errada,
      Y dame plazo y traslado
      Que diga de mi derecho;
      Y si no fuese culpado,
      Tú serás el condenado,
      Yo quedaré satisfecho.

      X - Responde el dios Amor

      Aunque mucho te agraviaste,
      No sería Dios constante
      Si mi sentencia mudaste,
      Por eso cumple que pase
      Como va, y vaya delante.
      Y pues más no puede ser,
      Mira qué quieres en pago,
      Que cuanto pueda hacer,
      Haré por satisfacer
      El agravio que te hago.

      XI - Replica el aquejado

      Ni por tu gran señorío
      Nunca tal conseguiré,
      Ni tienes tal poderío
      Para quitarme lo mío
      Sin razón y sin porqué.

      Porque si bienes me diste,
      Sabes que los merecía;
      Mas el mal que me hiciste
      Sólo fue porque quisiste,
      Pero no por culpa mía.

      XII

      Que aunque seas poderoso,
      Haslo de ser en lo justo;
      Pero no voluntarioso,
      Criminoso y achacoso,
      Haciendo lo que es injusto.
      Si guardares igualdad,
      Todos te obedeceremos;
      Si usares voluntad,
      No nos pidas lealtad
      Porque no te la daremos.

      XIII - Responde el dios de Amor

      No te puedo ya sufrir
      Porque mucho te me atreves;
      Sabes que habré de reñir
      Y aún podrá ser que herir,
      Pues no guardas lo que debes.
      Y pues eres mi vasallo,
      No te hagas mi señor,
      Que no puedo comportallo;
      Ni presumas porque callo
      Que lo hago por temor.

      XIV - Replica el aquejado

      No cures de amenazarme
      Ni estar mucho bravacando, (sic)
      Que tú no puedes dañarme
      En nada más que en matarme,
      Pues esto yo lo demando:
      Ni pienses que he de callar
      Por esto que babeaste,
      Ni me puedes amansar
      Si no me tornas a dar
      Lo mismo que me quitaste.

      XV - Responde el dios de Amor

      Pues sabes que no lo habrás
      De mí jamás en tu vida,
      Veamos qué me darás,
      O qué cobro te harás
      Sin mí para tu herida;
      Y bien sé que has de venir,
      Las rodillas por el suelo,
      A suplicarme y pedir
      Que te quiera recibir
      Y poner algún consuelo.

      XVI - Replica el aquejado

      Quiero moverte un partido,
      Escúchame sin enojos:
      Si me das lo que te pido,
      De rodillas y aun rendido
      Te serviré, y aun de ojos;
      Pero sin esto no entiendas
      Que yo me contentaré,
      Ni quiero sino contiendas:
      Porque todo el mundo en prendas
      Que me des, no tomaré.

      XVII - Responde el dios de Amor y acaba

      Por tu buen conocimiento
      En te dar a quien te diste,
      Por tu firme pensamiento,
      Por las penas y tormento
      Que por amores sufriste,
      Te torno y te restituyo
      En lo que tanto deseas,
      Y te doy todo lo tuyo,
      Y por bendición concluyo
      Que jamás en tal te veas.
    Arriba

    Es mi pena desear
      Es mi pena desear
      Ser vuestro, de vuestro grado;
      Que no serlo es excusado
      Pensar poderlo excusar;
      Por esto lo que quisiera
      Es serlo a vuestro placer,
      Que serlo sin vos querer
      Desde que os vi me lo era.
    Arriba

    En una llaga mortal
      I

      En una llaga mortal,
      Desigual,
      Que está en el siniestro lado,
      Conoceréis luego cuál
      Es el leal
      Servidor y enamorado;
      Por cuanto vos la hicisteis
      A mí después de vencido
      En la vencida
      Que vos, señora, vencisteis
      Cuando yo quedé perdido
      Y vos querida.

      II

      Aquesta triste pelea
      Que os desea
      Mi lengua ya declarar,
      Es menester que la vea
      Y la crea
      Vuestra merced sin dudar;
      Porque mi querer es fe,
      Y quien algo en él dudase,
      Dudaría
      En duda que cierto sé
      Que jamás no se salvase
      De herejía.

      III

      Porque gran miedo he tomado
      Y cuidado
      De vuestro poco creer,
      Por esta causa he tardado
      De os hacer antes saber
      La causa de aqueste hecho:
      Cómo han sido mis pasiones
      Padecidas;
      Para ser, pues, satisfecho,
      Conviene ser mis razones
      Bien creídas.

      IV

      Señora, porque sería
      Muy baldía
      Toda mi dicha razón,
      Si la duda no porfía
      Con su guía,
      Que se llama Discreción;
      Como en ello ya no dude,
      Pues es verdad y muy cierto
      Lo que escribo,
      Antes que tanto me ayude,
      Que pues por duda soy muerto,
      Sea vivo.

      V - Cabo

      Pues es esta una experiencia
      Que tiene ya conocida
      Esta suerte,
      Por no dar una creencia,
      No es razón quitar la vida
      Y dar muerte.
    Arriba

    Entre dos fuegos lanzado
      Entre dos fuegos lanzado,
      Donde amor es repartido,
      Del uno soy encendido,
      Del otro cerca quemado;
      Y no sé yo bien pensar
      Cuál será mejor hacer;
      Dejarme más encender
      O acabarme de quemar:
      Decid qué debo tomar.
    Arriba

    Es una muerte escondida
      I

      Es una muerte escondida
      Este mi bien prometido,
      Mas no puedo ser querido
      Sin peligro de mi vida.

      II

      Mas sólo porque me quiera
      Quien en vida no me quiere,
      Yo quiero sufrir que muera
      Mi vivir, pues siempre muere;
      Y en perder vida perdida
      No me cuento por perdido,
      Pues no puedo ser querido
      Sin peligro de mi vida.
    Arriba

    Escala de amor
      Estando triste, seguro,
      Mi voluntad reposaba,
      Cuando escalaron el muro
      Do mi libertad estaba.
      A escala vista subieron
      Vuestra beldad y mesura,
      Y tan de recio hirieron,
      Que vencieron mi cordura.

      Luego, todos mis sentidos
      Huyeron a lo más fuerte,
      Mas iban ya mal heridos
      Con sendas llagas de muerte;
      Y mi libertad quedó
      En vuestro poder cautiva;
      Mas gran placer hube yo
      Desque supe que era viva.

      Mis ojos fueron traidores,
      Ellos fueron consintientes,
      Ellos fueron causadores
      Que entrasen aquestas gentes;
      Que el atalaya tenían,
      Y nunca dijeron nada
      De la batalla que vían,
      Ni hicieron ahumada.

      Después que hubieron entrado,
      Aquestos escaladores
      Abrieron el mi costado
      Y entraron vuestros amores;
      Y mi firmeza tomaron,
      Y mi corazón prendieron,
      Y mis sentidos robaron,
      Y a mí sólo no quisieron.

      Fin

      ¡Qué gran aleve hicieron
      Mis ojos y qué traición:
      Por una vista que os vieron,
      Venderos mi corazón!

      Pues traición tan conocida
      Ya les placía hacer,
      Vendieron mi triste vida
      Y hubiera de ello placer;
      Mas al mal que cometieron
      No tienen excusación:
      ¡Por una vista que os vieron,
      Venderos mi corazón!
    Arriba

    Estando ausente de su amiga a un mensajero que allá enviaba
      I

      Ve, discreto mensajero,
      Delante aquella figura
      Valerosa
      Por quien peno, por quien muero,
      Flor de toda hermosura
      Tan preciosa,
      Y mira cuando llegares
      A su esmerada presencia
      Que resplandece,
      Doquiera que la hallares
      Tú le hagas reverencia
      Cual merece.

      II

      Llegarás con tal concierto,
      Los ojos en el sentido
      Resguardando,
      No te mate quien ha muerto
      Un corazón y vencido
      Bien amando;
      Y después de saludada
      Su valer, con afición
      Tras quien sigo,
      De mi triste enamorada
      Le harás la relación
      Que te digo.

      III

      Dirasle que soy tornado
      Con más penas que llevé
      Cuando partí,
      Todo siempre acompañado
      De aquella marcada fe
      Que le di.
      Aquel vivo sentimiento
      Me ha traído sin dudanza
      Asegurado
      Al puerto de salvamiento,
      Do está la clara holganza
      De mi grado.

      IV

      Dirasle cómo he venido
      Hecho mártir, padeciendo
      Los deseos
      De su gesto tan cumplido,
      Mis cuidados combatiendo
      Sus arreos;
      No te olvides de contar
      Las afligidas pasiones
      Que sostengo
      Sobre estas ondas de mar,
      Do espero los galardones
      Tras quien vengo.

      V

      Recuerde bien tu memoria
      De los trabajados días
      Que he sufrido,
      Por más merecer la gloria
      De las altas alegrías
      De Cupido;
      Y plañendo y suspirando
      Por mover a compasión
      Su crudeza,
      Le di que ando esperando
      Bordado mi corazón
      De firmeza.

      VI

      Que no quiera ni consienta
      La perdición que será
      Enemiga
      De mi vida, su sirvienta,
      En quien siempre hallará
      Buena amiga;
      Mas que tenga por mejor
      -Pues con razón me querello-
      De guiarme,
      Y si place al Dios de amor,
      A ella no pese de ello
      Por salvarme.

      VII

      Y dirás la pena fuerte
      Que de tu parte me guarda
      Fatigando,
      Y cuán cierta me es la muerte
      Si mi remedio se tarda
      De su bando;
      Dirasle mi mar amargo,
      Mi congojoso dolor
      Y mi pesar,
      Y sepa que es grande cargo
      Al que puede y es deudor.
      No pagar.

      VIII

      Dile que vivo sin ella,
      Como las almas serenas,
      Muy penado
      De pena mayor que aquella,
      De sus grillos y cadenas
      Aferrado;
      Y si no quiere valerme,
      Pues yo no sé remediarme
      En tal modo,
      Para nunca socorrerme,
      Muy mejor será matarme
      Ya del todo.

      IX

      Si vieres que te responde
      Con amenazas de guerra,
      Según sé,
      Dile que te diga dónde
      Su mandato me destierra,
      Que allá iré;
      Y si por suerte o ventura
      Te mostrare que es contenta,
      Cual no creo,
      Suplica a su hermosura
      Que a su servicio consienta
      Mi deseo.

      X - Fin

      Remediador de mis quejas,
      No te tardes, ven temprano,
      Contemplando
      El peligro en que me dejas,
      Con la candela en la mano
      Ya penando;
      Y pues sabes cómo espero
      Tu vuelta para guarirme
      O condenarme,
      Que no tardes te requiero
      De traer el mando firme
      De gozarme.
    Arriba

    Hallo que ningún poder
      Hallo que ningún poder
      Ni libertad en mí tengo,
      Pues ni estoy ni voy ni vengo
      Donde quiere mi querer:
      Que si estoy, vos me tenéis;
      [Y] si voy, vos me lleváis;
      Si vengo, vos me traéis;
      Así que no me dejáis,
      Señora, ni me queréis.
    Arriba

    Justa fue mi perdición
      I

      Justa fue mi perdición;
      De mis males soy contento,
      No se espeta galardón,
      Pues vuestro merecimiento
      Satisfizo mi pasión.

      II

      Es victoria conocida
      Quien de vos queda vencido,
      Que en perder por vos la vida
      Es ganado lo perdido.
      Pues lo consiente Razón,
      Consiento mi perdimiento
      [Sin esperar galardón],
      Pues vuestro merecimiento
      Satisfizo mi pasión.
    Arriba

    Los fuegos que en mí encendieron
      I

      Los fuegos que en mí encendieron
      Los mis amores pasados,
      Nunca matarlos pudieron
      Las lágrimas que salieron
      De los mis ojos cuitados;
      Pues no por poco llorar,
      Que mis llantos muchos fueron,
      Mas no se pueden matar
      Los fuegos de bien amar,
      Si de verdad se prendieron.

      II

      Nunca nadie fue herido
      De fiera llaga mortal,
      Que tan bien fuese guarido,
      Que le quedase en olvido
      De todo punto su mal:
      En mí se puede probar,
      Que yo no sé qué me haga,
      Que, cuando pienso sanar,
      De nuevo quiebra pesar
      Los puntos de la mi llaga.

      III

      Esto hace mi ventura
      Que tan contraria me ha sido,
      Que su placer y holgura
      Es mi pesar y tristura,
      Y su bien, verme perdido;
      Mas un consuelo me da
      Este gran mal que me hace:
      Que pienso que no tendrá
      Más dolor que darme ya
      Ni mal con quien me amenace.

      IV

      ¿Qué dolor puede decir
      Ventura que me ha de dar,
      Que no lo pueda sufrir?
      Porque después de morir
      No hay otro mal ni penar.
      Por esto no temo nada,
      Ni tengo de qué temer,
      Porque mi muerte es pasada,
      Y la vida no acabada
      Que es la gloria que ha de haber.

      V

      Pues pena muy sin medida,
      Ni desiguales dolores,
      Ni rabia muy dolorida,
      ¿Qué pueden hacer a vida
      Que los desea mayores?
      No sé en qué pueda dañarme
      Ni mal que pueda hacerme,
      Pues que lo más es matarme.
      De esto no puede pesarme,
      De todo debe placerme.

      VI - CABO

      Sobró mi amor, en amor,
      Al amor más desigual,
      Y mi tristeza, en tristeza,
      Al dolor que fue mayor
      En el mundo, y más mortal;
      Y mi firmeza en firmeza
      Sobró todas las firmezas,
      Y mi dolor, en dolor,
      Por perder una belleza
      Que sobró todas bellezas.
    Arriba

    Memorial que hizo a su corazón, que parte al desconocimiento de su amiga donde él tiene todos sus sentidos
      I

      Allá verás mis sentidos,
      Corazón, si los buscares,
      Pienso que harto perdidos,
      Con gran sobra de pesares.
      Envíame acá al oír,
      Porque mucho me conviene,
      Porque oiga de quien los tiene
      Algunas veces decir.

      II

      Allá está mi pensamiento,
      Allá mi poca alegría
      Que perdí en mi vencimiento,
      Y todo el bien que tenía.
      Si tú los pudieres ver,
      Mucho me los encomienda;
      Mas cata que no lo entienda
      La que los tiene en poder.

      III

      Allá está mi libertad
      Allá toda mi cordura;
      Tiénelo en cargo Bondad,
      Cautivolos Hermosura;
      La portera es Honestad,
      Por lo cual nunca podrás
      Hablar con quien tú querrás,
      Si no buscas a Piedad.

      IV

      Mas está tan encerrada,
      Que si tú hablarla esperas
      Tal será la tu tornada
      Que antes que partas mueras.
      Si no buscas algún arte
      Como hables con quien quieres,
      Cuanto en Piedad no esperes
      Alcanzar ninguna parte.

      V - Cabo

      Y dirás a la señora
      Que tiene toda esa gente,
      Que soy presto toda hora
      A su mandar y obediente;
      Y que es vuelto a mi servicio
      Un público vasallaje,
      Y mi fe en pleito homenaje,
      Y mi penar en oficio.
    Arriba

    Ni vivir quiere que viva
      I

      Ni vivir quiere que viva,
      Ni morir quiere que muera,
      Ni yo mismo sé qué quiera,
      Pues cuanto quiero se esquiva;
      Ni puedo pensar que escoja
      Mi penado pensamiento,
      Ni hallo ya quién me acoja
      De miedo de mi tormento.

      II

      Este dolor desigual
      Rabia mucho por matarme;
      Por hacerme mayor mal,
      Muerte no quiere acabarme.
      ¿Qué haré? ¿Adónde iré
      Que me hagan algún bien?
      Helo pensado y no sé
      Cómo ni dónde ni a quién.

      III

      Y ándome así perdido,
      Añadiendo pena a pena,
      Con un deporte fingido
      Con una alegría ajena;
      Mas presto se irá de mí,
      Que conmigo anda penada;
      Y pues la mía perdí,
      Perderé la que es prestada.

      IV

      El menor cuidado mío
      Es mayor que mil cuidados,
      Y el remedio que confío
      Es de los más mal librados;
      Que será poca mi vida
      Y presto se cumplirá,
      Que pena tan sin medida
      Nunca mucho durará.

      V

      ¡Oh, Señor, que se cumpliese
      Esto que tanto deseo,
      Porque yo no poseyese
      Los dolores que poseo!
      Que me puedes socorrer,
      Con sola muerte me acorre,
      Que si bien me has de hacer
      Venga presto y no se engorre.

      VI

      Sino, si mucho se aluenga,
      Yo me haré tan usado
      A los males, que sostenga
      Cualquier tormento y cuidado;
      Pues, Muerte, venid, venid
      A mi clamor trabajoso,
      Y matad y concluid
      Un hombre tan enojoso.

      VII - Fin

      Que si a ti sola te place,
      Pues a mí viene en placer,
      Según mi culta lo hace,
      Presto puedo fenecer.
    Arriba

    No sé por qué me fatigo
      I

      No sé por qué me fatigo,
      Pues con razón me vencí,
      No siendo nadie conmigo
      Y vos y yo contra mí.

      II

      Vos por me haber desamado,
      Yo por haberos querido,
      Con vuestra fuerza y mi grado,
      Habemos a mí vencido;
      Pues yo fui mi enemigo
      En darme como me di,
      ¿Quién osará ser amigo
      Del enemigo de sí?
    Arriba

    No tardes, Muerte, que muero
      I

      No tardes, Muerte, que muero;
      Ven, porque viva contigo;
      Quiéreme, pues que te quiero,
      Que con tu venida espero
      No tener guerra conmigo.

      II

      Remedio de alegre vida
      No lo hay por ningún medio,
      Porque mi grave herida
      Es de tal parte venida,
      Que eres tú sola remedio.
      Ven aquí, pues, ya que muero;
      Búscame, pues que te sigo:
      Quiéreme, pues que te quiero,
      Y con tu venida espero
      No tener vida conmigo.
    Arriba

    ¡Oh mundo, pues que nos matas!
      I

      ¡Oh, mundo! Pues que nos matas,
      Fuera la vida que diste
      Toda vida;
      Mas según acá nos tratas,
      Lo mejor y menos triste
      Es la partida
      De tu vida, tan cubierta
      De tristezas, y dolores
      Muy poblada;
      De los bienes tan desierta,
      De placeres y dulzores
      Despojada.

      II

      Es tu comienzo lloroso,
      Tu salida siempre amarga
      Y nunca buena,
      Lo de en medio trabajoso,
      Y a quien das vida más larga
      Le das pena.

      Así los bienes -muriendo
      Y con sudor- se procuran
      Y los das;
      Los males vienen corriendo;
      Después de venidos, duran
      Mucho más.
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    Pensando, señora, en vos
      Pensando, señora, en vos,
      Vi en el cielo una cometa:
      Es señal que manda Dios
      Que pierda miedo y cometa
      A declarar el deseo
      Que mi voluntad desea,
      Porque jamás no me vea
      Vencido como me veo
      En esta fuerte pelea
      Que yo conmigo peleo.
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    Por vuestro gran merecer
      II

      Pues que se acabe la vida
      Con dolor tan lastimero,
      Soy contento y lo quiero,
      Si ella queda servida;
      Porque quiere mi querer,
      Muy contento y no forzado,
      Que me pierda por perder
      De las angustias cuidado.
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    Porque estando él durmiendo le besó su amiga
      I

      Vos cometisteis traición,
      Pues me heristeis, durmiendo,
      De una herida que entiendo
      Que será mayor pasión
      El deseo de otra tal
      Herida como me disteis,
      Que no la llaga mi mal
      Ni daño que me hicisteis.

      II

      Perdono la muerte mía;
      Mas con tales condiciones,
      Que de tales traiciones,
      Cometáis mil cada día;
      Pero todas contra mí,
      Porque, de aquesta manera,
      No me place que otro muera
      Pues que yo lo merecí.

      III - Cabo

      Más placer es que pesar
      Herida que otro mal sana
      Quien durmiendo tanto gana,
      Nunca debe despertar.
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    Qué amador tan desdichado
      ¡Qué amador tan desdichado,
      Que gané
      -En la gloria de amadores-
      El más alto y mejor grado,
      Por la fe
      Que tuve con mis amores!
      Y así como Lucifer
      Se perdió por se pensar
      Igualar con su Señor,
      Así me vine a perder
      Por me querer igualar
      En amor con el Amor.
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    Quien no estuviese en presencia
      I

      Quien no estuviese en presencia
      No tenga fe en confianza,
      Pues son olvido y mudanza
      Las condiciones de ausencia.

      II

      Quien quisiere ser amado
      Trabaje por ser presente,
      Que cuan presto fuere ausente,
      Tan presto será olvidado:
      Y pierda toda esperanza
      Quien no estuviere en presencia,
      Pues son olvido y mudanza
      Las condiciones de ausencia.
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    Quien tanto veros desea
      I

      Quien tanto veros desea,
      Señora, sin conoceros,
      ¿Qué hará después que os vea,
      Cuando no pudiere veros?

      II

      Gran temor tiene mi vida
      De mirar vuestra presencia,
      Pues amor en vuestra ausencia
      Me hirió de tal herida;
      Aunque peligrosa sea,
      Deliro de conoceros,
      Y si muero porque os vea,
      Mi victoria será veros.
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    Siempre amar y amor seguir
      I

      Quiero, pues quiere Razón
      De quien no puedo huir,
      Con fe de noble pasión,
      Pasión que pone afición,
      Siempre amar y amor seguir.

      II

      Siempre amar, pues que se paga
      -Según muestra amar Amor-
      Con amor, porque la llaga
      -Bien amando- del dolor
      Se sane y quede mayor.
      Tal que con tal intención
      Quiero sin merced pedir,
      Pues que lo quiere Razón.
      Con fe de noble pasión,
      Siempre amar y amor seguir.
    Arriba

    Sin Dios y sin vos y mí
      I

      Yo soy quien libre me vi,
      Yo, quien pudiera olvidaros:
      Yo soy el que, por amaros,
      Estoy, desque os conocí,
      Sin Dios y sin vos y mí.

      II

      Sin Dios, porque en vos adoro:
      Sin vos, pues no me queréis;
      Pues sin mí, ya está de coro
      Que vos sois quien me tenéis.
      Así que triste nací,
      Pues que pudiera olvidaros
      Yo soy el que por amaros
      Estoy, desque os conocí,
      Sin Dios y sin vos y mí.
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    Ved qué congoja la mía
      I

      Ved qué congoja la mía,
      Ved qué queja desigual
      Que me aqueja,
      Que me crece cada día
      Un mal teniendo otro mal
      Que no me deja;
      No me deja ni me mata,
      Ni me libra ni me suelta,
      Ni me olvida;
      Mas de tal guisa me trata,
      Que la muerte anda revuelta
      Con mi vida.

      II

      Con mi vida no me hallo,
      Porque estoy ya tan usado
      Del morir,
      Que lo sufro, muero y callo,
      Pensando ver acabado
      Mi vivir;
      Mi vivir que presto muera,
      Muera porque viva yo;
      Y muriendo
      Fenezca el mal, como quiera
      Que jamás no feneció
      Yo viviendo.

      III

      Viviendo nunca podía
      Conocer si era vivir
      Yo por cierto,
      Sino el alma que sentía
      Que no pudiera sentir
      Siendo muerto;
      Muerto, pero de tal mano
      Que, aun teniendo buena vida,
      Era razón
      Perderla, y estando sano
      Buscar alguna herida
      Al corazón.

      IV

      Al corazón que es herido
      De mil dolencias mortales,
      Es de excusar
      Pensar de verle guarido;
      Mas de darle otras mil tales
      Y acabar,
      Acabar porque será
      Menor trabajo la muerte
      Que tal pena,
      Y acabando escapará
      La vida que aun era fuerte
      Para ajena.

      V

      Para ajena es congojosa
      De verla y también de oírla
      Al que la tiene,
      Pues ved si será enojosa
      Al que, forzado, sufrirla
      Le conviene;
      Le conviene aunque no quiera
      Pues no tiene libertad
      De no querer;
      Y si muriere, que muera,
      Cuanto más que ha voluntad
      De fenecer.

      VI

      De fenecer he deseo
      Por el mucho desear
      Que me fatiga,
      Y por el daño que veo
      Que me sabe acrecentar
      Una enemiga;
      Una enemiga tan fuerte,
      Que en el arte del penar
      Tanto sabe,
      Que me da siempre la muerte
      Y jamás me da lugar
      Que me acabe.

      VII - Fin

      Ya mi vida os he contado
      Por estos renglones tristes
      Que veréis,
      Y quedo con el cuidado
      Y daréis.
      No os pido que me sanéis,
      Que, según el mal que tengo,
      No es posible;
      Mas pido que matéis,
      Pues la culpa que sostengo
      Es tan terrible.
    Arriba

    Yo callé males sufriendo
      Yo callé males sufriendo,
      Y sufrí penas callando;
      Padecí no mereciendo,
      Y merecí padeciendo
      Los bienes que no demando:
      Si el esfuerzo que he tenido
      Para callar y sufrir,
      Tuviera para decir,
      No sintiera mi vivir
      Los dolores que ha sentido.
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