Clementina Isabel Azlor

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    Información biográfica

  1. Al azar
  2. Arcano
  3. Hannifa
  4. Invocación


Información biográfica
    Nombre: Clementina Isabel Azlor
    Lugar y fecha nacimiento: Buenos Aires, Argentina, 1902
    Lugar y fecha defunción: Buenos Aires, Argentina, 29 de noviembre de 1946 (44 años)
    Ocupación: Docente, escritora, poeta

    Fuente: [Clementina Isabel Azlor] en Wikipedia.org
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    Al azar
      ¿Para qué echar la sonda?
      ¡Saber lo que el Destino te reserva!
      ¡Interrogar la Esfinge!
      ¡No, no hay poder humano que sorprenda
      Sus obscuros designios.
      Perseguir en la noche una luciérnaga
      Para indagar la causa de su fosforescencia,
      Cuando puedes llenarte las pupilas
      Con el suave fulgor de las estrellas
      Y vivir horas de quietud y gozo...
      Hasta cuando amanezca!
      Es mejor no inquirir. Hoy que la Vida
      Ha querido mostrarte su faz buena,
      Y en acto de humildad, contrita, viene
      A verter en tu copa de su néctar,
      Apúrala sin preguntarle cómo
      Ni cuándo has de beberla.
      ¡No sea que en un sueño
      La Realidad se pierda!
      ¿Para qué echar la sonda?
      El más puro Ideal llama a tu puerta.
      Anda. Abre. Contémplalo.
      Extasíate en él, y luego cierra
      Los ojos. ¡Que su imagen
      Llegue a tu alma como hostia de belleza!
      ¿Interrogar la Esfinge?
      ¿Qué te diría su mirar de piedra?
      Confíate a la Vida
      Que ha querido mostrarte su faz buena
      Y síguela sin preguntarle adónde.
      ¡Es mejor ignorar y andar a tientas!
      ¡Oh, poder despertarse de mañana
      Y bendecir el día que comienza!
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    Arcano
      ¿Qué mano misteriosa erizó de doradas,
      Promisorias espigas, el siniestro abrojal?
      ¿Qué vendaval maldito derramó la simiente
      Que hoy viste de esmeralda lujoso el cenagal?

      ¿Qué espíritu invisible llegó en la tarde lívida
       A borrar con su magia la apariencia del mal?
      ¿Quién te dio esa sonrisa seductora y aviesa?
      ¿Quién te puso en los labios ese embrujo fatal?
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    Hannifa
      Por destronar a Alah, Ibliis despliega
      En labios del rumi, frase galana,
      Y a saborearla, tímida, se entrega
      Lalla Hannifa, la virgen musulmana.

      El amor la deslumbra. Nueva aurora
      Le presagia en sus fúlgidos destellos,
      Y tiende el alma al alma que la implora
      En el mirto que adorna sus cabellos.

      Se olvida de su fe. Reta al Destino.
      Mas huyendo en la noche solitaria,
      Conjura a los fantasmas del camino
      Susurrando enigmática plegaria.

      Quiere sondear el porvenir, y vuelve
      Los ojos hacia el golfo que dormita,
      Y la ciudad en brumas se resuelve
      En el albo esplendor de una mezquita.

      Ya en el mar, al singlar hacia ese puerto
      Con que soñó en instantes de extravío,
      Siente el brusco aletazo de lo incierto
      Sobre su rostro demudado y frío.

      Es la noche beatífica y serena,
      Y de las olas, rumorosa fluye
      Esa fuerza invencible que encadena
      El sueño en flor con el ensueño que huye...

      ¡Lalla Hannifa! ¡No más prisión ni reja!
      ¡No más velo celoso de tu encanto!...
      Sigue al grito de amor una honda queja,
      Y al quererla besar bebe su llanto.

      Y la nave recoge su velamen...
      Parece una mujer que se arrebuja
      Trémula, al ver que sufran los que amen
      Y el mar no se estremezca, ¡el mar no ruja!

      De los ojos de Hannifa cae la venda
      Y ante el temor de que su fe refluya,
      Se transfigura en la suprema ofrenda:
      "¡Por Alah gime mi alma y seré suya!"

      Víctima al fin de sus caprichos vanos
      Murmura resignada: "Estaba escrito".
      Y siente que se templa entre sus manos,
      El corazón glacial del Infinito.
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    Invocación
      ¡Oh Divino Pastor de las canciones!
      Guía serás de mi rebaño lírico.
      Confío más en tu saber empírico
      Que en el acierto de mis previsiones.
      Estoy cansada ya de estas laderas,
      Y siento que mi vida se quebranta...
      Para mí el manantial ¡gime!... ¡no canta!
      Llévanos, ¡oh Pastor!, donde tú quieras.
      ¡Lejos, lejos!... Allá cerca del cielo
      Donde su vuelo audaz el cóndor tiende...
      ¡Oh! ¡Nada habrá que mi fervor no ofrende
      Por el goce instantáneo de mi anhelo!...
      ¿Riesgos?... ¡Avanza! Mi inquietud flamea,
      Y al paso seguirá mi mansedumbre,
      Sabiendo que un momento allá en la cumbre,
      Ebria de luz retozará la Idea.
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