Adela Zamudio

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    Información biográfica

  1. El Cisne
  2. Epitafio
  3. Nacer hombre
  4. Nubes y viento
  5. Quo Vadis


Información biográfica
    Nombre: Adela Zamudio
    Seudónimo: Soledad
    Lugar y fecha nacimiento: Cochabamba, Bolivia, 11 de octubre de 1854
    Lugar y fecha defunción: Cochabamba, Bolivia, 2 de junio de 1928 (73 años)
    Ocupación: Escritora, poeta
El 28 de mayo de 1926 el presidente Hernando Siles Reyes coronó en Cochabamba a Adela Zamudio, reconociéndola como la más elevada exponente de la cultura en Bolivia. Lydia Parada de Brown dice que "esta escritora boliviana ha sido una de las más grandes de América, pero lamentablemente no ha alcanzado la fama de Gabriela Mistral, ni de Juana de Ibarbourou".

Fuente: [Adela Zamudio] en Wikipedia.org

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    El Cisne
      Soy la flor que en su tallo se dobla,
      Porque sufre guardando en su seno.
      De un gusano escondido el veneno,
      Que devora mi triste existir;

      ¡De un gusano escondido el veneno,
      Que devora mi triste existir!

      Cuanta pena contiene un recuerdo
      Olvidando las penas se calma,
      Si el olvido es el sueño del alma,
      Pero mi alma no puede dormir...

      ¡Si el olvido es el sueño del alma,
      Pero mi alma no puede dormir!

      Confundido por onda tristeza
      El dolor se retrata en mi frente,
      Cuan amarga es mi vida presente,
      Cuan amargo será el porvenir

      ¡Cuan amarga es mi vida presente,
      Cuan amargo será el porvenir!

      Soy el cisne que canta doliente
      De mi muerte el momento esperando
      Yo que siempre he vivido llorando
      Quiero al menos cantado morir

      ¡Yo que siempre he vivido llorando
      Quiero al menos cantando morir!
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    Epitafio
      Epitafio escrito por ella misma y visible en su tumba, en el cementerio de Cochabamba.

      Vuelo a morar en ignorada estrella
      Libre ya del suplicio de la vida,
      Allá os espero; hasta seguir mi huella
      Lloradme ausente pero no perdida.
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    Nacer hombre
      Cuánto trabajo ella pasa
      Por corregir la torpeza
      De su esposo, y en la casa,
      (Permitidme que me asombre).
      Tan inepto como fatuo,
      Sigue él siendo la cabeza,
      Porque es hombre.

      Si algunos versos escribe,
      De alguno esos versos son,
      Que ella sólo los suscribe.
      (Permitidme que me asombre).
      Si ese alguno no es poeta,
      Por qué tal suposición
      Porque es hombre.

      Una mujer superior
      En elecciones no vota,
      Y vota el pillo peor.
      (Permitidme que me asombre).
      Con tal que aprenda a firmar
      Puede votar un idiota,
      Porque es hombre.

      Él se abate y bebe o juega.
      En un revés de la suerte:
      Ella sufre, lucha y ruega.
      (Permitidme que me asombre).
      Que a ella se llame el "ser débil"
      Y a él se le llame el "ser fuerte".
      Porque es hombre.

      Ella debe perdonar
      Siéndole su esposo infiel;
      Pero él se puede vengar.
      (Permitidme que me asombre).
      En un caso semejante
      Hasta puede matar él,
      Porque es hombre.

      Oh, mortal privilegiado,
      Que de perfecto y cabal
      Gozas seguro renombre.
      En todo caso, para esto,
      Te ha bastado
      Nacer hombre.
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    Nubes y viento
      Del sol del verano los rayos de fuego
      Calcinan la tierra,
      Las horas transcurren y en lenta agonía
      Se abraza y consume la mustia pradera.

      En la árida playa del próximo río
      Tan sólo hay enjutas y ardientes arenas;
      Vapores que se alzan de un fétido estanque,
      Brillando a lo lejos titilan y tiemblan.

      En todo el espacio que abarca la vista
      Ni un alma se mueve, ni un eco resuena.
      ¡Qué paz y qué tedio!, solemne el paisaje
      De un gran cementerio la calma remeda.

      De pronto en la línea del ancho horizonte
      Blanquísima nube surgiendo ligera
      Se agranda, se extiende, y en pocos instantes
      Entolda la esfera.

      La atmósfera ardiente palpita de gozo
      Y el leve murmullo de brisa indiscreta
      En prados y bosques esparce el anuncio
      De próxima fiesta.

      La anuncian distantes Los ecos confusos
      Del viento que vuela;
      Sutil, diligente, retoza en el prado,
      Se lanza a la aldea,

      Recorre las calles, tropieza en los muros,
      Sacude las puertas,
      Y en calles y prados exclama triunfante:
      ¡Ya vienen! ¡Ya llegan!

      Y plantas y flores sacuden el polvo
      Y al goce se aprestan,
      Y en tanto, en la nube que entolda el espacio
      Retumba la orquesta.

      Turbión de agua y viento que anubla el paisaje
      Con loco algazara chillando se acerca
      Y al soplo pujante se agita confusa
      La vasta pradera.

      Turbión de agua y viento que arrastra en sus giros
      Ramajes y flores, guijarros y arenas,
      Y en pocos instantes, sembrando el desorden,
      Transforma la escena.

      Flexible y gozosa se entrega a su impulso
      La inquieta arboleda,
      Y molles y sauces ensayan la danza
      Tendida a los aires la gran cabellera.

      Los troncos añosos, el bárbaro empuje
      Resisten apenas
      Con secos gruñidos, de bosques y prados
      La suerte lamentan:

      Pared piedrecillas de la árida playa,
      ¿Sabéis, revoltosas, a dónde se os lleva?
      ¿Queréis ver mañana cubierta de escombros
      La hermosa pradera?

      Las flores que al borde del fétido estanque
      Lucieron sencillas su blanca inocencia
      ¿Qué harán si ese fango se agita y rebosa
      De miasmas malsanos llenando la senda?

      ¿Al ave que el nido colgó de la rama
      Que suerte le espera?
      ¿Qué hacéis, insensatos, trastorno y desorden
      Sembrando doquiera?

      Y el viento, aturdido, con risa estridente
      Responde a sus quejas;
      Y en tanto en la nube que entolda el espacio
      Retumba la orquesta.

      La danza prosigue. Mil gritos de orgía
      Se apagan por grados... La noche comienza...
      Y el campo, cubierto de fango y destrozos,
      Se envuelve en tinieblas.

      ¿Qué fue de las aves, qué fue de las flores,
      Qué fue de la hermosa, fecunda pradera?...
      Tras noche de horrores se ve como siempre
      Surgir la mañana brillante y serena.

      Vistiendo ropajes de frescos matices
      Las ramas se cubren de brotes y yemas,
      El campo renace luciendo sus galas,
      Sus galas eternas.

      ¡Tal es oh misterio! la ley de la vida
      Que todo renueva,
      Que el viento y la nube son fuerzas que a un tiempo
      Destruyen y crean.

      Mas ¡ay! que esa aurora transcurre cual otras,
      La pálida tarde de nuevo se acerca
      Y exhala en el fango confusos gemidos
      El alma doliente de flores ya muertas.

      Vosotras que, erguidas, alzáis a los cielos
      La frente serena
      ¿Sabéis por ventura lo que es la existencia?

      ¡Ah!, triste el destino que cupo a las flores
      Felices las piedras,
      Felices las rocas que ignoran la vida
      Que sienten apenas.

      También cual vosotras ufanas un día
      Pasamos las horas forjando quimeras;
      Mas ahora... ¿qué somos?, despojos humildes
      Que abonan el surco que el germen sustenta.

      Brotar de la nada, sentirse inmortales,
      Soñar unas horas... volver a la tierra...
      ¡Oh ley misteriosa!, continua mudanza,
      ¿Cuál es tu grandeza?

      Si el íntimo anhelo, perfume del alma
      Que sube a la esfera,
      No alcanza otra vida; si sólo es engaño,
      Si sólo es quimera,
      ¡Maldita mil veces, oh madre, oh Natura!
      ¡Maldita mil veces tu vana tarea!
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    Quo Vadis
      Sola, en el ancho páramo del mundo,
      Sola con mi dolor,
      En su confín, con estupor profundo
      Miro alzarse un celeste resplandor:

      Es Él! Aparición deslumbradora
      De blanca y dulce faz,
      Que avanza, con la diestra protectora
      En actitud de bendición y paz.

      Inclino ante Él mi rostro dolorido
      Temblando de ternura y de temor,
      Y exclamo con acento conmovido:
      -"¿A dónde vas, Señor?"

      La Roma en que tus mártires supieron
      En horribles suplicios perecer
      Es hoy lo que los césares quisieron:
      Emporio de elegancia y de placer.

      Allí está Pedro. El pescador que un día
      Predicó la pobreza y la humildad,
      Cubierto de lujosa pedrería
      Ostenta su poder y majestad.

      Feroz imitador de los paganos,
      El Santo Inquisidor
      Ha quemado en tu nombre a sus hermanos...
      -"¿A dónde vas, Señor?"

      Allá en tus templos donde el culto impera
      ¿Qué hay en el fondo? O lucro o vanidad.
      ¡Cuan pocos son los que con fe sincera
      Te adoran en espíritu y verdad!

      El mundo con tu sangre redimido,
      Veinte siglos después de tu pasión,
      Es hoy más infeliz, más pervertido,
      Más pagano que en el tiempo de Nerón.

      Ante el altar de la Deidad impura,
      Huérfana de ideal, la juventud
      Contra el amor del alma se conjure
      Proclamando el placer como virtud.

      Las antiguas barbaries que subsisten,
      Sólo cambian de nombre con la edad;
      La esclavitud y aún el tormento existen
      Y es mentira grosera la igualdad.

      ¡Siempre en la lucha oprimidos y opresores!
      De un lado, la fortuna y el poder,
      Del otro, la miseria y sus horrores;
      Y todo inequidad... hoy como ayer.

      Hoy como ayer, los pueblos de la tierra
      Se arman para el asalto y la traición,
      Y alza triunfante el monstruo de la guerra
      Su bandera de espanto y confusión.

      Ciega, fatal, la humanidad se abisma
      En los antros del vicio y del error.
      Y duda, horrorizada de sí misma...
      -"¿A dónde vas, Señor?"
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