Percy Bysshe Shelley

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    Información biográfica

  1. La alondra (Trad. de Miguel Antonio Caro)


Información biográfica
    Nombre: Percy Bysshe Shelley
    Lugar y fecha nacimiento: Field Place, Horsham (Inglaterra), 4 de agosto de 1792
    Lugar y fecha defunción: Viareggio, Gran Ducado de Toscana (Italia), 8 de julio de 1822 (29 años)
    Nacionalidad: Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Reino de Gran Bretaña (hasta 1801)
    Ocupación: Escritor, dramaturgo, novelista, ensayista, poeta
    Movimiento: Romanticismo

    Fuente: [Percy Bysshe Shelley] en Wikipedia.org
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    La alondra
      (Traducción de Miguel Antonio Caro incluida en el libro Traducciones poéticas, 1889)

      ¡Salve tú, que del suelo
      Gallarda te desvías,
      Más que ave, hija del cielo,
      Y desde lo alto envías
      Raudal de no estudiadas profusas melodías!

      Rival de nubes leves
      Vuelas a etéreas salas,
      Al hondo azul te atreves,
      Y tu cántico exhalas
      En el inmenso espacio sin aquietar las alas.

      Radioso cortinaje
      Decora el sol poniente,
      Y el dorado celaje
      Hiendes en giro ardiente,
      ¡Oh tú, encarnado impulso de gozo indeticiente!

      Más y más palidece
      La púrpura, y tu vuelo
      Fugaz se desvanece
      Bajo el tendido velo;
      Oigo tu voz vibrante, y en vano verte anhelo:

      Cual cada aguda flecha
      De esa esfera argentada
      Cuyo foco se estrecha
      En la luz dilatada,
      Donde algo el alma siente, y el ojo no ve nada.

      Cielos y tierra llena
      Tu alborozado canto,
      Como luna serena
      Rasga el aéreo manto,
      Y en luz el orbe envuelve de misterioso encanto.

      Nada hay que emule, nada,
      Tus potencias ignotas:
      No la nube irisada
      Vertió tan puras gotas
      Cual de tu pico arpado caen límpidas notas.

      Así, ardiendo en la santa
      Lumbre del pensamiento,
      El poeta himnos canta,
      Y a nuevo sentimiento
      De asombro ó de esperanzas inclina al orbe atento.

      Así en feudal palacio
      Sola una noble dama,
      Mudo el sereno espacio,
      Halaga oculta llama
      Con música doliente que en torno se derrama.

      Luciérnaga de oro
      Así en la húmeda hierba
      De luz vierte un tesoro,
      Y del que audaz la observa
      Entre la grama y flores perdida se preserva.

      Así la abierta rosa
      Que el follaje guarnece,
      Su fragancia copiosa
      Al sutil viento ofrece,
      Que cargadas las alas, desmaya y se adormece.

      Son de lluvia en verano
      Que alegra la natura,
      Tallo que se irgue ufano;
      En la tierra, en la altura,
      Cuanto hay gozoso y bello, se humilla a tu dulzura.

      Dime, espíritu o ave,
      ¿Qué piensas de contino?
      No hay cítara suave
      Que amor cantando o vino,
      Cual tú arrobarnos sepa en éxtasis divino.

      El canto de himeneo,
      El himno de victoria,
      A par de tu gorjeo
      Magia son ilusoria,
      Libación breve y vana de júbilo o de gloria.

      ¿Qué objetos ignorados
      Cantando vas? ¿Qué flores,
      Fuentes, grutas, collados
      Los tuyos son? ¿Qué amores
      Sólo de ti sabidos? ¿Qué ausencia de dolores?

      Desecha tu alegría
      Cobardes languideces,
      Negra melancolía;
      Nunca tú desfalleces;
      Amas, y no conoces de amor vulgar las heces.

      Velando o adormido,
      Muy más que humanas gentes
      De la Muerte y Olvido
      Hondos misterios sientes;
      Y allá tus cantos ruedan en ondas transparentes.

      Hacia atrás y adelante,
      Tras algo que no existe,
      Mira el hombre anhelante;
      ¿Qué sonreír no es triste?
      ¿A cuál endecha dulce vago pesar no asiste?

      Si fuéramos criaturas
      Al dolor y al espanto
      Ajenas, almas duras
      Incapaces de llanto,
      ¿Cómo tu voz celeste nos deleitara tanto?

      Más que humana elocuencia
      Que en ecos se dilata.
      Más que toda la ciencia
      Que en libros se recata,
      ¡Desdeñador del mundo!, tu arte al poeta es grata.

      ¡Oh, si parte siquiera
      De ese inexhausto río
      De mis labios fluyera.
      Cual mudo me extasío
      Absorto el universo oyera el canto mío!
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